Ante todo mucha calma

Ante todo mucha calma
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Ante todo mucha calma, así rezaba el título de uno de los discos de los clásicos del punk Siniestro Total, y así, con mucha calma, creo que es como se deben de afrontar los momentos difíciles en la empresa. Cuando llega una época de vacas flacas en la que los ingresos no acompañan y no se cumple lo esperado en nuestras planificaciones, no nos queda más remedio que apretarnos el cinturón, ponernos todos manos a la obra para atajar la situación, lograr que cuadre la cuenta de resultados y atender los pagos pendientes con los acreedores.

En momentos de crisis, muchas veces suceden cosas que ni siquiera imaginaríamos en épocas más tranquilas: Gente que sale de la empresa voluntariamente, despidos, redistribuión del trabajo ('y a mí ahora me toca hacer más cosas'), congelación de salarios, enfermedades derivadas del stress que hasta causan bajas,... Todo ello rodeado de una incómoda incertidumbre que no ayuda a centrarse en lo verdaderamente importante: Hacer que el negocio funcione de nuevo. En este momento hay que estar con los ojos más abiertos que nunca. Tenemos que explotar al máximo la capacidad de nuestros recursos más escasos, los cuellos de botella, para ser más productivos. Debemos enfocar toda nuestra energía diaria en acciones que nos permitan remontar el vuelo, atendiendo fundamentalmente al núcleo de nuestro negocio ¿No lo hacíamos ya antes? Alternativas, haberlas, haylas. Ya vendrá más adelante la hora de buscar culpables o de lamentarse (ya se sabe, mientras hay vida...).

Planteamientos como la búsqueda de nuevos socios, que mediante la aportación de conocimiento o capital, puedan ayudarnos a recuperar el rumbo, no son nada descabellados. Quizá sea sólo un problema puntual, algo que no podíamos prever, o quizá no, y se deba a que el mercado haya cambiado tan rápido que no nos ha dado tiempo a darnos cuenta ¿Cómo nos ha podido suceder con la facilidad con la que circula la información hoy en día?

Recortar gastos suele ser una de las líneas de actuación prioritarias en estos casos: Deshagámonos de todo lo superfluo para reducir la cuantía mensual de las partidas del presupuesto de gastos. Es decir, eliminemos el despilfarro ¿Pero eso no lo hacíamos ya...? ¿Es ahora el momento de preguntarse si nuestros recursos están debidamente dimensionados? ¿Por dónde comenzamos con el tijeretazo?

Por otra parte, están las personas: No todo el mundo puede soportar de la misma manera los escenarios de crisis ni arriesgarse a quedarse en la calle sin un salario. No todos soportan la presión ni aguantan ese clima tenso, aunque no haya disputas, pero que obliga a hacer regates de verdadero crack a los distintos agentes relacionados con nuestro negocio: Entidades financieras, proveedores, clientes,... Es normal que salga gente voluntariamente y que abandone el barco, al fin y al cabo, por mucho sentimiento de equipo que haya, cada palo debe aguantar su vela.

¿Tú qué harías si tu negocio un día se para y llegan las vacas flacas? ¿Te ha tocado pasar una situación de estas?

Foto | Wiros en Flickr

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