He estado leyendo un informe de FUNCAS sobre el endeudamiento de los sectores institucionales en España. Prestando atención al apartado de las deudas de las sociedades no financieras, se pueden sacar algunas conclusiones sobre la financiación de las empresas españolas.
El estudio revela que el endeudamiento de las sociedades no financieras, considerando como deuda en este caso los préstamos y los valores distintos de acciones, ha crecido desde el 45% del PIB a mediados de los noventa hasta un 136,2% en 2008. Eso supone que este endeudamiento se encuentra por encima de la media de la eurozona, que en 2008 era del 95,7% del PIB, sólo Portugal e Irlanda superaban a España en este aspecto e incluso, en este aspecto, las empresas de nuestro país están por encima de las norteamericanas, cuyo índice en el mismo año ascendía a un 77,3% del PIB.
Evidentemente estos datos son muy concluyentes y la primera impresión es que este sobre-endeudamiento de las empresas debe corregirse y que la restricción al crédito de las entidades financieras está más que justificado. Sin embargo, si hacemos una lectura un poco más profunda podemos sacar otras conclusiones.
Fuentes del Banco de España indican que, en el caso de la construcción y los servicios inmobiliarios, el incremento del endeudamiento de estos sectores pasó del 74% del VAB (Valor Añadido Bruto) en 1995 a un 127% en 2006 en el caso de la construcción, y desde un 39% del VAB a un 302% en el sector inmobiliario. En 2006, estos dos sectores, que representaban el 21,3% del VAB total de la economía española, acaparaban el 48,4% del crédito total concedido por las entidades financieras a actividades productivas, frente a un 21,8% en 1995.
Lo que quiere decir es que, como era de esperar, el crack de la construcción e inmobiliario de nuestro país ha tenido unas consecuencias tremendas para el funcionamiento de la financiación de las empresas en España. Pero la restricción al crédito de las entidades financieras no puede justificarse por el elevado endeudamiento de la empresas ya que el fuerte volumen de deuda corresponde, en gran medida, a los sectores de la construcción e inmobiliario, mientras que en los sectores industriales y de servicios no inmobiliarios, el crecimiento de la deuda ha sido moderado.
No corresponde aplicar, entonces, el criterio del sobre-endeudamiento de las empresas del resto de los sectores productivos para explicar las dificultades que las empresas están sufriendo para su financiación. Es evidente que la crisis inmobiliaria afecta a otros muchos sectores que directa o indirectamente se han visto perjudicados por esta crisis, la cuestión es que la apuesta de la Instituciones, de las entidades financieras, de inversores y de empresarios por este sector ha acabado saliendo mal y eso, al final, lo acaba pagando también el resto.
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