Cualquier autónomo sabe que, para conocer lo que vamos a ganar en el próximo mes, hay que saber más sobre videncia que sobre economía. Esta situación se ilustra con un ejemplo acorde con el mes en el que nos encontramos. En agosto, un fontanero puede pasar el mes sin recibir una sola llamada (las tuberías no suelen romperse cuando todo el mundo está en la playa). O también puede hacer el agosto (verbigracia) si es el único profesional que queda en servicio y una ola de desagües atorados arrasa la ciudad.
Vivir con ingresos irregulares puede ser difícil, sobre todo si queremos saber si nuestro nivel de vida está por encima o por debajo de lo que ganamos. Para resolver este problema, os recomiendo el método que ha diseñado J.D, autor del blog Get Rich Slowly. Es un post largo y algo complejo. Además, está en inglés. Como no todo el mundo domina el idioma, me he permitido dejaros un resumen.
El primer paso consiste en determinar nuestros ingresos medios mensuales. Para ello, sólo necesitamos calcular la media de nuestros ingresos en el último año. Si hay grandes diferencias entre algunos meses (por ejemplo, 4.000 € en enero y 50 € en febrero), debemos eliminar de la media los tres meses más altos y los tres más bajos. De esta forma, obtendremos un promedio representativo sobre nuestra estructura de ingresos.
En segundo lugar, tenemos que crear una cuenta bancaria empresarial y una personal. Vamos a utilizar la primera para guardar todos los ingresos que recibamos por nuestro trabajo. Por este motivo, deberíamos elegir una cuenta de alta remuneración (por ejemplo, una cuenta del tipo ING Direct, que ofrece un 2% de media, lo cual es infinitamente superior al 0,10 % que nos ofrece una cuenta corriente normal). Sobre la utilidad de la cuenta personal, vamos a verla en el siguiente paso.
En tercer lugar, vamos a pagarnos un sueldo a nosotros mismos, como si fueramos un trabajador asalariado. Ell importe del salario va a corresponderse con el promedio que hemos calculado en el primer paso. El abono se va a realizar desde la cuenta empresarial a la cuenta personal. De esta forma, los meses que ganemos por encima de la media, almacenaremos el remanente para los meses en que tengamos menos ingresos. Así, podemos igualar los ingresos que recibimos a lo largo del año, lo que nos permite fijar un estilo de vida más objetivo y acorde a nuestros medios.
El último paso consiste en gestionar el dinero de la cuenta empresarial. Después de pagar impuestos y gastos, lo que nos quedan son los beneficios que hemos obtenido a lo largo del año. Con estos, podemos tomar diferentes decisiones:
- Ahorro: Podemos colocar nuestros beneficios en una cuenta con mayor remuneración (por ejemplo, un depósito), invertirlos en bolsa, crear un plan de pensiones o simplemente guardarlos para el futuro en un calcetín.
- Inversión: Podemos adquirir nuevos equipos para la empresa, contratar un seguro médico o crear un colchón financiero para posibles situaciones de escasez.
- Gasto: Sin duda, la opción más apetecible. Con nuestros beneficios podemos abonarnos una paga extra, irnos de vacaciones o comprarnos un Mini Cooper.
Estas opciones no son excluyentes. Es decir, podemos destinar un tercio de los beneficios a cada opción o gastarlo todo en un crucero en el Caribe. En cualquier caso, la clave de este método consiste en crear una diferencia entre la parte empresarial de ser autónomo y la parte que corresponde a ser trabajador. Es algo que, en muchos aspectos, plantea una decisión más teórica que práctica (en la vida real, podríamos conseguir los mismos objetivos con una sola cuenta en el banco y algo de disciplina). Pero, para los que os cueste (como me pasa a mí), es un sistema muy recomendable.
Vía | Get Rich Slowly
Imagen | Tracy O
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