Es llamativo que cuando se habla de emprendimiento la mayoría de la gente siempre lo asocia a poder dedicarse a una actividad lúdica que sea su gran pasión. En muy pocas ocasiones en las que haya mantenido esta conversación me han dicho que se dedicarían a eso en lo que son realmente expertos.
Los anglosajones y especialmente los norteamericanos, utilizan una expresión para evitar esta asociación de trabajo y placer, es lo que llaman "segregation duties". Siendo objetivos dar el paso hacía la incertidumbre exige tener una gran motivación y por eso muchos asocian esto al ocio, pero esto no es motivo suficiente para animarse a emprender.
Conozco casos de personas que dedicándose toda la vida a una actividad han dado un giro de ciento ochenta grados cambiando radicalmente de profesión y de vida. El caso más extremo que conozco es un carnicero que hace cuatro años descubrió que su gran pasión era la náutica, primero obtuvo el título de patrón de embarcaciones de recreo (PER), posteriormente el de patrón de yate.
En la actualidad se dedica a pasear turistas con su embarcación en Ibiza y Formentera de de abril a octubre, y en invierno, prepara a alumnos para que puedan obtener el PER. A pesar de casos como este, no soy partidario de mezclar los negocios con el placer, porque acaba por dejar de ser placer o de ser negocio.
Esta segregación de roles debe llevarse a todos los ámbitos de los negocios. Fundar una empresa con un amigo, hacer negocios con la familia, etc. exige distinguir roles, cuando se trabaja, somos socios o clientes, y es conveniente no perder nunca la perspectiva para evitar que se generen confusiones que puedan producir conflictos incómodos e indeseables.
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