Se habla de la Ley de Dependencia, del enfermo pero poco del cuidador. Del no profesional, de la persona que hasta hace poco tiempo llevaba una vida laboral y personal normal. Y ahora, ha de permanecer en el hogar dedicado a ese familiar enfermo.
Un tanto por ciento elevado de esos cuidadores son mujeres. Si al desempleo femenino, los bajos sueldos, unimos esta responsabilidad, no es de extrañar que muchas carreras se vean truncadas por esta razón.
Elegir entre trabajo y cuidar a un enfermo dependiente
Parece una paradoja, puesto que los ingresos son necesarios para mantener lo que conlleva cuidar a una persona enferma: adaptar la casa, utensilios como sillas de ruedas, etcétera que suponen una gran inversión.
Pero, ¿con quién se queda la persona enferma? Necesita a un cuidador y la mayoría de las veces son las mujeres las que quieran o no, asumen ese rol. Disponen de menos tiempo y energía, por lo que su productividad en el trabajo se resiente. Obligándoles a trabajar a media jornada y el resto del tiempo cuidar.
Cuidar va de la mano de: empeoramiento de la salud mental y física. Nadie está preparado para ejercer de enfermero las 24 horas, pero en nuestro país son las mujeres las que cargan con esa responsabilidad y con ella, su futuro laboral peligra.
Carreras truncadas
Si ser madre, empuja a algunas a abandonar sus empleos, permanecer al lado de los padres, una labor más ardua, convierte a estas ciudadanas en carne de cañón de las listas del paro. De romper el ritmo de su carrera sólo por el hecho de que se vea empujada a realizar esas actividades porque no cuenta con la ayuda del Estado.
La enorme empresa de servicios profesionales Deloitte comenzó hace poco a ofrecer a sus empleados hasta 16 semanas de permiso pagado para asumir sus obligaciones del cuidado a un ser querido, incluyendo el cuidado a adultos mayores.
Y hace algunos meses, Nike indicó que ofrecería hasta ocho semanas de permiso pagado para sus trabajadores que cuidan a un familiar enfermo.
En España, se ofrece ayuda psicológica por parte de diversas Asociaciones, lo cual es positivo pero no ayuda en un plano fundamental: el económico, para que la calidad de vida de todos los implicados no empeore al pasar los años.
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