En los años de la 'burbuja inmobiliaria' los sueldos llegaron a crecer mucho más que el nivel de vida, siendo muy frecuente en algunos sectores el encadenar varios incrementos salariales ampliamente superiores al 10%. Pero con la llegada de la crisis se ha dado justo lo contrario.
Estos decrementos salariales se deben a menor existencia de ofertas de trabajo, y también al punto de partida de la mayoría de profesionales, muchos de ellos en situación de desempleo, y que están dispuestos a aceptar retribuciones hasta un 30% más bajas que hace tan solo unos años.
A pesar de esta situación, un asunto que resulta cuanto menos extraño, y que ha desvelado el director general de Infoempleo, Francisco Muñoz, al afirmar que ocho de cada cien ofertas de empleo que se queden sin cubrir, algo que no debería ocurrir en un país con seis millones de desempleados.
Esta tendencia seguirá así hasta que no se corrijan los desequilibrios en el mercado de trabajo, y aunque muchos apuntas sus bondades en el hecho de que traerán una mayor competitividad, en mi opinión, existen riesgos importantes, entre los que se sitúan la cada decreciente tecnificación de los trabajos, y como no, la realidad cada más evidente de que cada vez más profesionales españoles intentan saciar su apetito con oportunidades profesionales fuera de nuestras fronteras.
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