Cuando la práctica deportiva deja de ser una ayuda y se convierte en un lastre

En los últimos años se ha puesto de moda entre distintos profesionales de cualesquiera de los sectores de actividad, la práctica deportiva, un hábito al que se le atribuyen múltiples bondades en el plano de la salud, la capacidad física, la productividad en el trabajo, e incluso en el equilibrio psicológico.

Como muchos dicen, el deporte engancha, y a algunos quizás demasiado, ya que en cada prueba llegan a poner al límite sus posibilidades, con pruebas como el triatlón, entrañando un grave riesgo para la salud, hasta el punto de que hay quien lo considera la 'droga de los ejecutivos'.

La preparación de estas pruebas supone un gran esfuerzo físico, personal, y de tiempo, siendo este último más escaso en la medida en la que ascendemos en el organigrama de cualquier organización. Por lo que su preparación nos llevará a prescindir de otras cosas cuando el tiempo del que disponemos es limitado, incurriendo en graves desequilibrios cuando no se toma esta afición con una determinada mesura.

Siempre y cuando esta afición se pueda controlar, estamos ante un problema de dependencia con bases razonablemente parecidas al alcoholismo, el juego, la droga, o cualquier otra cosa que genere dependencia. Lo que requiere tratarlo para que esta afición desmesurada se convierta en un lastre para nuestro desempeño profesional, o incluso para nuestra vida personal.

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