Pero hay formas de predecir cómo reaccionará el mercado (3M lanzó los primeros post-it enviando los primeros "tacos" a las secretarias de empresas de su grupo) así como cuáles deben ser las mejoras a introducir (que se lo digan si no a Nintendo y a su famoso mando Wii el cual no llevaba correa antes de su versión definitiva; si has jugado un par de partidos de tenis al Wii Games sin la correa ya sabrás que es muy fácil estampar el mando contra la pantalla del televisor).
Esa predicción se realiza mediante los test de usabilidad, testeos aplicados en la fase de desarrollo de producto. Este tipo de tests se aplicaron en principio a las páginas web pero hoy día son aplicables a casi todos los productos y es muy conveniente realizarlos fuera de la empresa, una vez que han superado todos los tests internos.
Una consultoría externa será mucho más objetiva e imparcial que nosotros (el bosque se ve mejor desde fuera) y, además, podrá enriquecer el producto con nuevas visiones o aportes. En este sentido, los más indicados son los profesionales del marketing. Después de comprobar que el producto cubre una necesidad real, llevarán a cabo varias las oportunas pruebas piloto con usuarios reales.
Probar, preguntar, mejorar es la pauta a seguir hasta estar satisfechos con el resultado. Aunque el test en sí puede adoptar diversas formas todo acaba con una batería de preguntas a los clientes reales que lo han probado sabiendo o no que eran los primeros en hacerlo. En todo caso, suele ser muy efectivo compararlo con los productos de la competencia. Es cierto, todas estas pruebas retrasan la salida del producto y es posible que salte la liebre si nuestros competidores están atentos pero, ¿qué es mejor: lanzarlo enseguida y arriesgarse a un batacazo o esperar un poco y tratar de asegurar el resultado mejorando el diseño o prestaciones del producto?
Quizá todo esto de "probar el producto" pueda sonar extraño pero en Estados Unidos tienen mucho arraigo este tipo de tests. Aunque comparativamente hablando en España todavía estamos algo rezagados ya existen empresas que se dedican a prestar este tipo de servicios dentro de lo que se denomina consultoría de producto.
Imagen: dorsch