Cuando como profesionales nos planteamos un cambio profesional o una empresa se plantea un plan de expansión, casi siempre se tiende a pensar que hay que dejar atrás el pasado y afrontar el futuro con nuevas funciones, responsabilidades y nuevas perspectivas, considerando que volver hacia atrás conlleva un retroceso.
Pues bien, en ocasiones, cuando tomamos nuestras decisiones nos damos cuenta de que los planes que ponemos en marcha no se desarrollan de acuerdo a nuestras expectativas, lo que nos lleva a abordar planes correctivos con el objetivo de maximizar nuestros resultados.
Estos planes de acción suelen ser duros, y muy difíciles de llevar a cabo, máxime cuando hemos apostado con tanto tesón y empleado tantos esfuerzos en el desarrollo de una idea. Pero es preferible tomar ciertas determinaciones, incluso aunque sean drásticas, que empeñarnos en un planteamiento que nos pueda hundir en el más absoluto de los fracasos.
Por tanto, ante la detección de estas circunstancias, siempre debemos mirar hacia atrás, realizar un análisis de cuál ha sido nuestra trayectoria, y lo más importante, hacerlo bajo un prisma de objetividad y humildad, porque de lo contrario solo conseguiremos disfrazar y posponer en el tiempo un problema que por su acidez siempre vamos a tener argumentos personales para no abordar.
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