A lo largo de nuestras vidas nos encontramos con multitud de situaciones a las que enfrentarnos, y por supuesto en nuestras carreras profesionales o en nuestras empresas, no estamos exentos de afrontar esas situaciones, y una de las situaciones que hemos de gestionar es la de lidiar con los enemigos que nos encontraremos con el camino.
Enemigos todos tenemos en la vida, solo cambia el grado de intensidad de animadversión y de cantidad de enemigos, algunos tendrán un vida más plana o menos conflictiva, y otros somos unos auténticos especialistas en coleccionar enemigos, distintas cantidades pero las mismas estrategias al fin y al cabo. Yo personalmente siempre he defendido la estrategia de ser implacable con el enemigo, aprovecharme de las ventajas que aporta tener enemigos, pero en ocasiones eso cambia cuando el enemigo está en casa.
Aquí no voy a entrar a valorar como combatir al enemigo pues ya lo he expuesto en muchas otras ocasiones, ni en como el enemigo puede servirnos de plataforma de posicionamiento, reafirmación o servirnos a nuestros intereses. Tampoco voy a entrar a analizar el como para mi un enemigo no es nada más que una pieza más de la partida, y que cuando termina el juego el enemigo puede ser el mejor amigo, y como extensión decir que como dice el dicho hay que tener amigos hasta en el infierno, aquí quiero hablar de cuando a quien nos enfrentamos no está fuera, esta en nuestro entorno más directo.
Si por ejemplo formamos parte de una empresa o somos profesionales liberales y nuestro enemigo es otra empresa, un colega de profesión lejano, un cliente insatisfecho o alguien lejano que nos odia la respuesta es fácil y además ganaremos adeptos en la guerra, ahora bien si por aquellas cosas el enemigo es un colaborador cercano, un empleado rebotado o alguien de dentro o cercano a la misma organización tendremos que tener más tiento.
Y digo lo anterior pues yo siempre he sido partidario de ser directo, expeditivo y sin disfraces, de tirar para adelante con todo y con todos y ganar la batalla. Pero cuidado, pues según como gestionemos a este enemigo interno lo que podremos provocar es una guerra civil, y eso es muy distinto que una guerra contra un enemigo exterior, y puede tener incalculables consecuencias, pues ya que cuando luchamos contra un enemigo exterior el objetivo es común, en las guerras internas el objetivo común no existe.
Un ultimo apunte sobre las guerras con los enemigos y que sucede del mismo modo en las guerras reales del mundo, como en las internas de cada profesional y de la empresa. Hoy en muchas ocasiones el rival se ha vuelto virtual, se diluye y esconde y nos hace la guerra por canales nuevos que hacen que el enemigo pierda figura y se nos aparezca como un ente al que realmente no sabemos a quien nos enfrentamos. Esto genera nuevos retos y también nuevas oportunidades, nos enseña nuevas formas de luchar, aunque bien es cierto que pierde el glamour de las batallas de antaño a cara descubierta, y es que en el mundo actual nuestro mejor enemigo puede estar en casa y sin (en teoría) nosotros saberlo.
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