Cuando una empresa tiene que comprar una herramienta, renovar un vehículo o un equipo informático siempre viene bien tener una ayuda. Ahora muchas de ellas podrían aprovecharse de los fondos de recuperación europeos, pero cuentan con un grave problema, no tienen capacidad de inversión.
Las deudas que muchas de ellas han generado para mantenerse abiertas durante la crisis del coronavirus han mermado de forma notable su capacidad para poder acometer nuevas inversiones. Y el retorno de la inversión en forma de una mejora de la productividad ahora mismo, cuando para muchas lo que está en cuestión es su supervivencia no está nada claro.
Afortunadamente no son todas. Esta crisis ha golpeado de forma desigual a los diferentes sectores y mientras algunas como turismo y hostelería están muy dañados, otros pueden haber mejorado. Hay sectores que incluso han crecido, han tenido más trabajo y facturado más que antes de la crisis. Y aquí pueden actuar como palanca de cambio para tirar de la economía y que todos se beneficien.
Para aquellas que han tenido trabajadores en ERTE, cuya facturación ha bajado de forma notable, que han tenido problemas para pagar alquileres y suministros o tienen pendiente la devolución de créditos ICO, la inversión en digitalización es inviable, al menos a corto plazo.
El problema es que van a quedar en desigualdad con aquellas que si puedan aprovechar la oportunidad. Por dos motivos, el primero es que serán menos competitivas. Y esto a medio plazo supondrá una merma en su facturación y pérdida de clientes.
El segundo es que quizás cuando quieran, y puedan, afrontar su proceso de digitalización lo harán con fondos propios. Y esto supone que la inversión será mayor y el plazo de retorno de la misma más amplio. Al final es un nuevo palo en la rueda que impide que salgan adelante.