Influencers. Están por todas partes. Algunos tienen millones de seguidores. Otros son o fueron famosos hace una década. Están asociados a tantas marcas que restan credibilidad a lo que anuncien. ¿Por qué me voy a fiar de una opinión si sé que a esa persona le pagan por decir que un producto es bueno? se pregunta el cliente.
Por otro lado, está la figura del embajador de marca. Un usuario como tú y como yo que es elegido por la empresa, mediante una acción normalmente divertida y cercana. Es el caso de una marca conocida de leche que ha nombrado como embajadores a todos aquellos seguidores que saben hacer ricas croquetas.
El embajador de marca anónimo despierta un grado de credibilidad mayor que el famoso de turno que nos asegura que emplea ésta o aquella marca.
Para la empresa es interesante apostar por una persona con la que es fácil identificarse. Que un consumidor hable del producto de tu compañía es una gran ventaja:
Habla de forma objetiva y su mensaje es creíble porque no están ligados a la marca.
Esa publicidad directa no supone ninguno desembolso económico.
Las recomendaciones de amigos y familiares son la influencia más valorada a la hora de efectuar una compra.
La capacidad de generar engagement de las marcas que cuentan con un embajador es insuperable.
Microinfluencers
Los también llamados microinfluencers son personas que a pesar de no contar con un número elevado de seguidores en sus redes sociales resultan rentables para la empresa.
Para lograr resultados positivos, es importante conocer el grado de compromiso que tiene el influencer anónimo con la marca.
1.Que conozca la marca.
2.Que en alguna ocasión haya publicado contenido relacionado con ella.
En definitiva, con las herramientas adecuadas podemos encontrar entre nuestros seguidores verdaderos embajadores de nuestra marca, nuestro producto o servicio sin necesidad de gastar una cantidad de dinero desorbitada, y a la vez lograr una mejora de nuestra imagen.
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Imagen|Silviarita