Una conocida me comentaba el otro día un tanto airada el trato que había recibido en una tienda de zapatos. Se trataba de una franquicia conocida en nuestro país. Apenas tenían productos, cuando entró su "buenos días" quedó flotando en el aire porque nadie le respondió, la primera en el trato lógico entre dos seres humanos: la cortesía, ni siquiera fue tenido en cuenta por la dependienta. Ahí reside la importancia de que un trabajo guste y la repercusión en la atención al cliente.
Esta persona no se dio por vencida y pensó en comprar. ¡El consumo es lo que trae de cabeza a la economía de nuestro país! y una ciudadana haciendo un esfuerzo se decidió a dar el paso. En aquel contexto donde parecía invisible a la trabajadora, siguió mirando. En ocasiones es molesto que te persigan por una tienda o por un centro comercial preguntando qué deseas cada tres minutos, en otras, que una vendedora se ofrezca a ayudarte es bien recibido (no es lo mismo) Esta conocida tenía problemas, allí no estaba el calzado que buscaba.
Cuando se cansó de dar vueltas se aproximó hasta el mostrador donde la señorita que miraba al vacío se dignó a verla. De nuevo la saludó y le preguntó por lo que buscaba. "No nos queda", esa fue su única respuesta. Reconozco que personalmente admiro a esas dependientas que parece que participan en una carrera de obstáculos y buscan entre prendas que tú ni habías sido capaz de ver, hasta encontrar tres o cuatro cosas que luego te quedan bien y encima son de tu talla.
No sé si después su trabajo será reconocido como debería. Con un buen sueldo y un trato exquisito por parte de la gerencia, pero un gracias y demostrarle que nos ha ayudado mucho es la obligación en este caso del cliente. Una cosa es hacer tu trabajo y otra bien distinta, añadir un extra: conversación, información sobre los productos, consejos...
Esta conocida no tuvo esa suerte. Tras la escueta respuesta, le pidió su número en unas botas. Con pocas ganas y tardando un buen rato, salió por fin la 'agotada' dependienta arreglada como para ir a una fiesta en media hora para anunciarle que sólo le quedaba un par y no eran de su número. "Si quiere el suyo llamo pero tendrá que ir a otra tienda" le anunció con media sonrisa.
La clienta aburrida de tanta negatividad le dio las gracias y salió huyendo, la casualidad quiso que tropezara con otra tienda que desconocía, Deichmann. Pensando en que buscaba unos zapatos por necesidad y no por capricho, entró en otra galaxia del mundo del calzado.
Una chica alta, de amplia sonrisa y llamada Carlota le preguntó qué buscaba y demostrando ser lista e intuitiva le ayudó. Juntas recorrieron todos los pasillos, y le asesoró. ¡Le habló! y se mostró interesada en lo que decía. Cuando la tienda comenzó a llenarse y tuvo que volver a mostrador, otra dependienta igual de amable, Noelia continuó con la operación.
Ella me dijo que no sabía si cobraban mucho a fin de mes, si sentían o no cómodas en su trabajo pero que al final realizó su compra allí fue un hecho. Me la recomendó, en realidad se la recomienda a todo el que necesite y pueda renovar su calzado y estoy convencida de que la calidad del producto es similar a la del otro lugar donde el cliente era invisible.
En Pymes y Autónomos|Las mejores herramientas para fidelizar: la atención al cliente y el servicio post venta,Quizá consigues un mal servicio porque eres un mal cliente Imagen|dipfan