La frase que da título a esta entrada me la dijo un comercial sevillano después de terminar una reunión en la que le compramos algunas referencias de su catálogo. Es la máxima representación del poderío comercial y exaltación del poder de convicción de un buen vendedor.
Me he acordado de esta frase, que tiene una segunda parte a partir de esta entrada de Echevarri, en donde analiza el ¿arte? de venderte un lote completo de artículos cuando realmente sólo necesitas uno.
La reflexión que me hago es simple ¿es ético la actuación de venta por segmentos? ¿podemos permitirnos el lujo de empaquetarle a nuestros clientes todos los accesorios y necesidades no incluidas en el primer artículo?
Pues sí, si lo considero ético, no llegados hasta el punto que parodían los hermanos Marx en el vídeo de la entrada de Echevarri, pero considero perfectamente lícito empaquetar productos para mejorar las condiciones económicas o de servicio de los propios artículos que vendemos.
Sin ir más lejos, basta con que nos asomemos al sector financiero para que veamos como por la simple contratación de un préstamo intentan colarnos hasta el último producto que esté en boga en ese momento en la entidad bancaria, a cambio de mejorar las condiciones del propio préstamo.
El cliente siempre va a tener el poder de decisión sobre que productos adquiere finalmente o no, pero utilizar un sistema de bonus para los clientes que más productos nos contraten o nos compren no tiene ninguna maldad oculta.
En nuestra empresa, en nuestro ámbito de actuación geográfico, tenemos al alcance de la mano la posibilidad de establecer sinergias y acuerdos estratégicos con el resto de empresas que operan en la zona, de tal forma que podamos empaquetar y trasladar los clientes de un sector a otro sin mucha dificultad.
Pongamos un ejemplo, supongamos que yo soy corredor de seguros y en mi zona también opera una empresa de instalación de alarmas y seguridad. El mejor acuerdo que podemos realizar es un sustancial descuento a todos nuestros clientes que gestionen sus seguros con nosotros y además le contraten una alarma a nuestra empresa colaboradora.
Si nuestra empresa colaboradora sigue las mismas directrices, ambos nos veremos sustancialmente favorecidos por el incremento en nuestras respectivas carteras de clientes. Sacrificamos precio, pero aumentamos facturación, siempre y cuando nuestros márgenes nos lo permitan.
En tiempos donde la venta es difícil, cualquier medida es válida, hasta escriturarle la Giralda a un chino si este hombre quiere comprarla, tal y como me decía mi amigo Pedro el sevillano.
Vía | El Blog de Echevarri
Imagen | Scumfrog
En Pymes y Autónomos | Sun Tzu reencarnado en vendedor