La socialización de la web ha cambiado, por completo, los cimientos en el marketing y comunicación de las marcas con sus seguidores y usuarios. En un momento como este, en el que todo cambia a enorme velocidad es fácil caer en errores en la gestión. En ésta hay una serie de 'pecados' que no se deben cometer, porque pueden salir muy caros. De algunos de ellos hemos hablado en algunas ocasiones en estas líneas:
Spam sin más. El bombardeo sin objetivos no hace más que alimentar una infoxicación creciente entre los usuarios. Éstos quieren contenidos de calidad y aportaciones de valor, tal y como reflejan algunos de los estudios más relevantes del sector. Lo que siempre rechazarán serán mensajes vacíos y sin sentido y, en definitiva, un spam que, a la postre, acabará siendo castigado.
Sin estrategia propia. Muchas empresas abren perfiles y páginas en las principales redes sociales y, justo después, se pregunta: “Vale, ¿y ahora qué?”. Ahí radica el problema. Antes de aterrizar se debe justificar ese paso, persiguiendo unos objetivos concretos. Llegar a un segmento más joven, reforzar la imagen de marca relacionada, por ejemplo, con el optimismo y la felicidad; incrementar las visitas a la web y posicionarla para poner aún más en el escaparate la tienda online... Muchos pueden ser los fines con estas herramientas y muy claros deben estar antes de tener una fanpage de Facebook o un perfil de Twitter.
‘Amateurismo’, dejarlo en las manos equivocadas. Con un trabajador interno formado suficientemente o externalizarlo a empresas especializadas. Da igual la fórmula si es la que se adapta más a las necesidades de tu proyecto. Pero pensar que las redes sociales las puede llevar cualquiera, es un pecado que puede salir muy caro.
Sin planes de emergencia. Abrir estas nuevas ‘ventanas’ digitales conlleva también sus riesgos. La exposición de la marca es mayor y siempre hay que tener un plan de emergencia. Saber cómo actuar ante una crisis de imagen, ante un error de bulto o ante un aluvión de críticas es esencial. No tener patrones de actuación, protocolos y fórmulas para prever esos problemas puede multiplicar las consecuencias.
No cambiar el chip: La comunicación ya no es ni unidireccional, ni bidireccional, sino que los contenidos y la información fluyen desde todos los sitios de igual a igual. En este nuevo ecosistema, las marcas deben partir de una enorme humildad. Las atalayas para hablar a los clientes que escuchan pacientes los mensajes que se decidan sin más ya pasaron a la historia.
La impaciencia. No es un trabajo a corto plazo. Una buena estrategia en redes sociales de una marca puede tener los primeros efectos muchos meses después del arranque. Impacientarse y querer resultados inmediatos es ir en contra de la realidad del día a día.
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