Siguiendo con este razonamiento, existen una serie de nombres recurrentes, lugares geográficos o situaciones cotidianas que se han quedado bastante obsoletos y en lugar de diferenciar nuestro establecimiento sólo consiguen transmitir una imagen potencialmente negativa si ya hemos estado en otro establecimiento que tenga el mismo nombre, o en el mejor de los casos, dificilmente conseguiremos hacer una marca con ese nombre. Veamos algunos ejemplos: Bar El andén o Bar la estación. No hay que ser un lince para saber la ubicación de estos establecimientos, dado que su nombre se ha focalizado en la proximidad geográfica. La mayoría de estaciones de tren y estaciones de autobuses tienen un bar con ese nombre y como es lógico, dentro de todos los bares, habrá buenos, malos y peores. Si yo he tenido una mala experiencia en un bar que se llama "El andén" es probable que no vuelva a entrar a otro bar que se llame así.
Papelería "El Cuaderno". Está muy bien recurrir a nombrar el establecimiento con algún artículo genérico de los que se venden. Pero con ese sistema, nunca vamos a conseguir hacer una marca, por el uso común de dicha palabra. Hace 50 años, quizá tenía sentido indicar qué se vendía en los distintos establecimientos, en el paso de una sociedad precomercial a comercial, pero hoy en día estos nombres quedan cuanto menos antiguos.
Por último, nombrar los establecimientos con el nombre propio, apellidos o nexos familiares, no suele salir bien a largo plazo. Se me viene a la mente un ejemplo un poco drástico como "Lehman Brothers" pero las connotaciones positivas o negativas que transmite un nombre propio o la dificultad y tiempo que se necesitan para que llegue a ser una marca son mayores que otro tipo de nombres comerciales.
En Pymes y Autónomos | Aprendiendo de las grandes marcas Imagen | Kevin Spencer