Corren malos tiempos para los mercados bursátiles españoles, y más concretamente para el Mercado Alternativo Bursátil. Después del escándalo de Gowex, el diario El País publicó ayer un reportaje sobre otra de las empresas que cotizan en este mercado, FacePhi, cuya valoración bursátil parece estar asimismo muy por encima de su valor real.
Dos casos flagrantes que aparentemente han puesto de manifiesto la insuficiente regulación de algunos mercados. Y digo aparentemente porque lo que han demostrado ambos casos es que cuando la regulación institucional ha fallado, abriéndose una nueva vía supervisora en forma de regulación descentralizada, una alternativa que se ha mostrado mucho más adaptativa y flexible que la regulación estatal.
En el caso de Gowex, ha tenido que ser una casa de análisis privada, Gotham City Research, la que ha acabado poniendo de manifiesto las inconsistencias del mercado y acelerando la caída en los títulos de la empresa comercializadora de Wifi. A esta moda se le ha sumado también el diario el País con FacePhi, y echando un rápido vistazo a las cuentas de las empresas cotizadas en el MAB, no parece que vayan a ser las únicas empresas que sufrirán algún que otro susto.
Habida cuenta de este desastre supervisor, se está generalizando la sensación de que la normativa aprobada por algunos mercados, y más en concreto por el MAB, debe ser revisada y actualizada para reforzar la imagen de las empresas cotizadas en él.
Ahora bien, tengamos en cuenta que cuanto mayor sea la supervisión sobre un determinado mercado, mayores serán los costes en los que las empresas deberán incurrir para acceder a él. De ahí que el MAB sea un mercado en el que cotizan pequeñas empresas, ya que sus condiciones de acceso son mucho menos gravosas que otros mercados como el mercado continuo. Por este motivo es necesario que existan diferentes mercados con diferentes estándares regulatorios.
En este caso, la regulación descentralizada ha demostrado ser mucho más eficiente que la burocracia estatal. Es posible que estemos asistiendo ante un cambio de paradigma en lo que a regulación estatal se refiere, en la que la competencia supervisora, competitiva, abierta y descentralizada se imponga y termine siendo más efectiva que la regulación centralizada.
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