Ahora que se acerca el final del año, nos apresuramos a realizar comparativas con otros trimestres, y por supuesto, con otros ejercicios económicos, con el objetivo de trazar evoluciones, y posteriormente establecer comparativas entre las distintas fechas.
Hoy quería hablarles sobre la excesiva rigidez de algunas ratios e indicadores, que se emplean sin tener en cuentan los efectos del ciclo económico, y que consiguen que ciertas evoluciones y también conclusiones sean imprecisas e incluso equivocadas.
Algunos de estos indicadores son por ejemplo el margen que genera cada unidad de negocio, al contemplarse los resultados extraordinarios, el ratio de eficiencia, en el que no se ajusta la valoración de la estructura de costes después de un ERE o 'bajada de sueldo corporativa', etcétera.
Es cierto que resulta totalmente inoperativo establecer nuevas métricas cada año, ya que perderíamos el fin de la comparabilidad, pero en lo que sí podríamos avanzar es en el aislamiento de ciertos sucesos para no distorsionar la visión que se desprende de cada ejercicio, y no primar o minusvalorar artificialmente los resultados de un ejercicio frente a otro.
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