Muchas veces hablamos de la necesidad de innovar y crear cosas nuevas como motor de crecimiento de la sociedad, y como (a priori) garantía de posicionamiento y de éxito de una empresa en un mercado virgen y necesitado de explorar. Pero todo ello también puede tener su parte negativa, una empresa que llegue demasiado “temprano” a un determinado sector, o bien cree un producto o servicio para el cual la sociedad aun no esta preparada de recibir puede suponer su muerte prematura.
Valga decir, que si no fuese por estas empresas, o los visionarios que un buen día crearon servicios y productos que no existían, o se generaron nuevas necesidades y sistemas la sociedad en general no avanzaría. El problema es que si bien el panorama innovador es conceptualmente maravilloso, para la empresa que se adentra en explorar lo inexplorado supone un grave riesgo, pues puede tener gran éxito y “comerse” el mercado, o puede caer en el intento, y ese es el caso de Second Life.
Second Life fue una empresa de la nueva era tecnológica que apuntaba muy alto, que nació con voluntad de trasformar el mundo, y en realidad fue la que inicio el proceso imparable de difuminación entre nuestra vida real, y nuestra vida virtual, la que empezó a proponer cuando aun no se hablaba casi de la red 2.0 lo de relacionarnos virtualmente, y además lo hacia desde un entorno totalmente nuevo y futurista para aquel entonces. Han pasado pocos años (una eternidad en Internet), y casi nadie se acuerda de esa empresa, ha quedado en el cajón de sastre de los negocios de Internet que han fracasado y que han roto mil y una expectativas y se han evaporado con ellas unos cuantos millones de Euros, ¿que paso?
¿La idea era mala? no. ¿Cosas que entonces se proponían en Second Life no están funcionando hoy en la red?, sí. ¿Entonces donde esta el fallo?, creo que existe un punto clave: ese producto no se entendió, se vio como un juego, la gente no le vio una utilidad real y práctica, y ella no se supo generar. Si a ello le sumamos algunas dificultades técnicas, o la aun deficiente infraestructura de las redes, encontramos algunos de los motivos del ocaso.
¿Y que conclusión sacamos de esto?, yo creo que concretamente tres:
Innovar esta muy bien siempre que no queramos poner “todos los huevos en la misma cesta”, y asumamos que de cien proyectos transgresores, uno es el que saldrá adelante (que a la postre es el que compensara los otros 99 fracasos).
Segundo que la innovación de unos es la puerta de entrada del desarrollo de la sociedad, pues un éxito impulsará a otro, y ese otro se transformará en otro aun mejor, en definitiva, evolución pura.
Y tercero, que esta muy bien ser de los primeros en llegar al mercado, pero puede ser tan arriesgado llegar temprano, como hacerlo tarde. Eso sí, quien no arriesga no gana.
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Imagen | Torley