Muchos de los problemas de continuidad de negocio que sufren las empresas vienen provocados por un problema interno. Un usuario abre un correo electrónico de una dirección desconocida y decide ejecutar un archivo adjunto. A partir de aquí las consecuencias pueden ser muy graves. Y todo se produce por una falta de formación de los usuarios.
Normalmente cuando hablamos de formación se refiere al uso de las herramientas informáticas que se utilizan en el trabajo, pero no en temas que tengan que ver con la seguridad informática. Se asume que un trabajador con nivel usuario de Windows y Office, incluso aquellos con nivel medio o experto, tienen conocimientos de seguridad.
Ya no se trata de advertir a los usuarios de forma verbal de los problemas que pueden surgir. Tampoco de un problema de seguridad de sistema operativo. Es el propio usuario el que se empeña en ejecutar un programa, abrir un archivo que llega de fuentes desconocidas y que resulta sospechoso. Y a partir de aquí surgen los problemas.
Se necesita formación se seguridad informática, que las empresas establezcan planes igual que se dan otro tipo de cursos, que además sean periódicos, ya que las amenazas van cambiando con el tiempo. También cambiar la forma de gestionar los usuarios de muchos de ellas, donde no se controla lo que cada usuario puede ejecutar o instalar en su puesto de trabajo.
La seguridad y continuidad de negocio se fía en la copia de seguridad y el antivirus. La apuesta está en automatizar los procesos, asumiendo que el usuario no tiene conocimientos y de esta forma tampoco se le hace corresponsable de mantener a salvo de problemas su puesto de trabajo y también el resto de sistemas de la empresa.
Si vemos los repuntes de malware, ramsonware y virus que llegan por correo en los últimos tiempos, lo cierto es que no están siendo eficaces estos planteamientos. No sólo por parte de las empresas, sino también por parte de las soluciones de seguridad, que tienen que asumir esa falta de conocimientos de los propios usuarios.
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