Es fácil caer en la monotonía. Sobre todo si tenemos un trabajo donde existe poco espacio para pensar, para aportar nuestras ideas o sugerir algún cambio. Si ese es nuestro caso, resulta obligatorio hacer una pausa y desconectar. No es sencillo, pero si queremos mejorar a nivel personal como profesional, tenemos que entrenar el cerebro y convertirnos en máquinas de generar ideas, por nuestra salud mental, y quién sabe si para mejorar nuestra vida profesional.
Una pausa para el ocio
¿Has pensado en cuánto tiempo hace que no bailas? ¿Que no escuchas música a todo volumen mientras haces que cantas? o, sencillamente que no haces esas pequeñas cosas que te llenaban y te hacían sentir bien. La gran mayoría no requerían un desembolso de dinero. Un paseo por la playa, caminar por determinadas calles de tu ciudad, sentarte a leer en un banco mientras de vez en cuando miras a la gente pasar...
Lo tenemos todo para no ser sujetos activos: televisión, Internet, móvil con un millón de aplicaciones, juegos, música, etcétera. Si tuviéramos que medir cuántos son los generadores de ideas nuevas y los que simplemente observamos su trabajo, los primeros representarían un número muy bajo. El ocio estimula la creatividad, despeja la mente, nos aleja de los problemas momentáneamente, y ese estado es el ideal para pensar con claridad.
Realismo mágico
Potenciar la creatividad, la gimnasia cerebral, ese impulso para trabajar en un nuevo proyecto personal o profesional no implica vivir en un mundo aparte y ajeno a la realidad. Si recordamos al protagonista de "Cien años de soledad", en él se fundían ideas "locas" y otras con mucho sentido, la clave está en saber elegir.
Una vez hemos escogido ese proyecto, idea, u objetivo en el que creemos, sólo nos queda trabajar en él. ¿Arriesgado? Sí. De eso se trata. Asistimos a vidas ajenas en televisión de personas como tú y como yo que han decido dar un paso. Es probable que la gran mayoría no tomara esa decisión de la noche a la mañana. Ese tipo de cambios se realizan una vez evalúas tu situación y los pros y los contras.
El miedo, el enemigo del cambio
El miedo es el peor aliado de las ideas, sobre todo sin son buenas. Lo bueno no suele parecerse al resto y eso asusta. Por lo que si has tenido una idea para llevar a cabo (sea la que sea) eres consciente de lo que arriesgas, pero algo te dice que puede ir bien, inténtalo. El miedo va a seguir ahí, pero al menos no te habrá paralizado.
Quien habla de un proyecto, habla de un cambio en tu carrera profesional. ¿Es tarde para formarme en este campo? ¿Sería capaz de dedicarme a lo que siempre me gustó? Abogados que ahora son directores de cine, dependientes que forman parte de un grupo de teatro amateur..., son ejemplo de cambios.
No todos debemos cambiar el mundo, demasiada presión ¿verdad? pero al menos, podríamos dedicar unas horas de nuestras vidas a cambiar nuestro entorno. Generar ideas nuevas lleva a hacer actividades ídem.
Conclusión
Si logramos convertirnos en máquinas de generar ideas, ideas propias, quizás no consigamos un trabajo perfecto, ni desarrollaremos un proyecto que nos compre una multinacional por varios millones de dólares, pero si logramos sentirnos mejor con nosotros, con lo que hacemos, y llegamos ser capaces de introducir pequeños cambios en nuestra rutina personal y profesional habremos alcanzado otro tipo de meta.
¿Mejor? ¿Menos importante? Si te hace sentir bien y tu día a día te resulta motivador la respuesta es clara: sí. Habrás conseguido una existencia mejor. Sólo se trata de parar nuestro mundo unos instantes y cambiar de escenario. Por cierto, nunca es tarde para dar la bienvenida a una nueva idea, no las temas.
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