Resiliencia. Del ingl. resilience, y este der. del lat. resiliens, -entis, part. pres. act. de resilīre 'saltar hacia atrás, rebotar', 'replegarse'.
f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
El término resiliencia se puso de moda hace diez años cuando la crisis económica comenzó a azotar el país. Una persona resiliente tiene una habilidad natural para aceptar la adversidad y saber gestionarla de forma positiva.
Las personas resilientes favorecen a la empresa y al clima laboral
El ser humano tiene una gran capacidad para superar situaciones difíciles. Vivir no es otra cosa que levantarnos cada vez que nos caemos. Aprender a canalizar las emociones es fundamental en un ambiente laboral óptimo.
Adoptar una actitud realista conlleva interpretar los hechos de la manera más objetiva y exacta posible, sin cometer errores de pensamiento como:
EXAGERAR
SACAR CONCLUSIONES PRECIPITADAS
GENERALIZAR
¿Cómo ser resiliente en el trabajo?
Ser conscientes de nuestras emociones, sobre todo en los momentos tensión. Si ignoramos los temores, jamás podremos tener una actitud positiva frente a ellos.
Controlar el estrés y la incertidumbre. Las personas resilientes tienen una mayor capacidad para gestionar estos dos conceptos tan habituales en el ámbito laboral. Aunque no siempre resulte fácil, debemos tratar de que los sentimientos negativos no nos alteren en exceso.
Ser flexible con las opiniones de los demás. Si sabemos adaptarnos a los cambios, aunque sean negativos habrá menos posibilidades de pasarlo mal por ellos. Si se produce una novedad en el trabajo pronto aparecerán las disputas y las opiniones. Ser capaz de practicar la escucha activa nos evitará discusiones y malentendidos.
Paciencia. El frenesí por obtener resultados a corto plazo hace que muchas veces tomemos decisiones precipitadas. En el trabajo es el peor enemigo. La paciencia y la capacidad de espera se deben poner en práctica cuando las metas a medio o largo plazo prevalecen sobre los deseos del momento. Controlar los impulsos es un éxito garantizado en el trabajo en equipo.
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