Lo hemos decidido y se ha hecho realidad, vamos a ofrecer nuestros servicios. Vamos a volar solos. Contamos con una página web, tenemos un dominio, un alojamiento para el sitio pero la cabeza nos va a estallar. ¿La razón? No dejamos de compararnos con la competencia y aunque eso es bueno, deja de serlo cuando sólo lo hacemos para pensar que ellos son mejores.
Aunque el problema reside en que tratamos de hacer el mismo trabajo de diferentes profesionales por nuestra cuenta y no somos conscientes de que no tenemos el don de aprender a ser, por ejemplo: muchos diferentes profesiones en unos meses, detalles como las tareas administrativas escapan de nuestras manos.Es hora de pedir ayuda, porque dar ese paso es de valientes si vamos a emprender.
Destinar una parte de nuestro presupuesto a ayuda externa
Es duro. Sobre todo porque hemos invertido horas, noches y semanas en nuestro proyecto. Estamos solos ante el peligro y hemos llegado a la errónea conclusión de que podemos con todo. Y tal vez pudiera ser así, pero después de invertir mucho tiempo en formarnos y aún así no lograríamos hacer el trabajo igual que un experto en la materia.
Ser capaz de ver nuestros límites es propio de personas inteligentes, que no se cuestionan su liderazgo por pedir ayuda. Por ser consciente de que no puede desarrollar un proyecto de principio a fin sin la colaboración de otros. Emprender un negocio, un proyecto es duro en sus inicios y desgasta. No esperemos a sufrir un ataque de estrés.
En esa empresa el jefe y el empleado es la misma persona
Cuando ni tan siquiera cuentas con el apoyo de algún compañero en el que puedas delegar, no reflexionar antes de lanzarnos a la piscina del emprendimiento es una osadía. Pero también un error común.
Por lógica queremos gastar lo mínimo e invertir ese presupuesto en cuestiones que tengan que ver con nuestro proyecto. Pero el proyecto hay que verlo como una orquesta y nosotros como los directores.
¿Es imaginable una orquesta con dos músicos? No. O a un director dirigiendo a la nada. Por lo tanto, hay que perder ese miedo lógico a depositar nuestra confianza en profesionales que pueden resolver un tema que a nosotros nos va a llevar meses, y a la larga a una ansiedad generalizada. Delegar es cosa de líderes.
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