En la revista informativa metalacant de la Federación de empresarios del metal de la provincia de Alicante(FEMPA) llamó mi atención la apuesta que se realiza por la formación para los trabajadores con el fin de mejorar la competitividad de los distintos sectores. En la actualidad no sólo admiten a personas que estén trabajando sino a desempleados con cursos que recrean el entorno laboral en sus aulas taller.
La parte teórica es importante pero también lo es el llevar a cabo esos conocimientos. El caso de FEMPA no es único en nuestro país, muchas federaciones de empresarios ofrecen este tipo de cursos impartidos por profesionales para preparar adecuadamente a futuras generaciones pero no sólo se trata de cursos sino de grados medios y superiores.
La formación profesional en estos últimos años ha recuperado un prestigio que jamás debió perder puesto que en una sociedad avanzada, debe haber espacio para todo tipo de profesiones pero ante todo, para todo tipo de conocimiento.
De nada sirve acumular títulos que colman a una persona de conocimientos que va perdiendo con los años, y todo por no haberse planteado la posibilidad de entrar en un instituto público o en otras entidades privadas y acceder a grados medios y superiores donde se están formando excelentes profesionales. Sobre todo porque ir a la universidad parecía la única salida al concluir los primeros estudios.
En el caso de esta federación además de representar al único interlocutor social de los intereses empresariales del sector metal, intervienen frente a los sindicatos en el proceso de negociación colectiva de los convenios de la industria y el comercio del sector metal. Pero es la parte de la formación la que destaco puesto que muchas personas que estudiaron hace décadas necesitan cursos para reciclarse.
Lo que necesita esta sociedad precisamente cuando las tasas de paro no terminan de bajar, al menos no en cifras que puedan ser tenidas en cuenta es formación. Obviamente el trabajo es lo primero, pero mientras llega pensar que ya lo hemos hecho todo en esta vida, o que estudiamos algo en concreto y sólo en ello podríamos ser felices trabajando no es la solución. Ya era difícil hace diez años, mucho más ahora.
Tal vez una de las formas de reinventarse sea optar por profesiones que en algún momento nos planteamos ejercer. ¿El obstáculo? La valoración social que surgió tiempo atrás en este país elevando a los altares a las carreras universitarias en detrimento de quienes optaban por un grado en formación profesional.
No se trata de menospreciar a una para elevar la categoría de la otra, pero durante demasiado tiempo no se ha hecho justicia ni se ha hablado de las posibilidades que existen dentro de la formación profesional, tanto en conocimiento como en salidas laborales.
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