A los autónomos se les ha vendido que con la nueva ley que entraba en vigor este año se podían deducir un 30% de los suministros. Era algo que como vimos tenía mucha letra pequeña y la realidad distaba mucho de este porcentaje, quedándose en una deducción realmente anecdótica. Es casi una desgravación de efecto placebo. Se presentó una enmienda para corregirlo, pero el Senado no ha aprobado la misma, por lo que desgravarse un 30% de los suministros si trabajas en casa seguirá siendo una utopía.
Desde luego lo que parece es que aquí todos los autónomos que trabajan desde casa han salido perdiendo, ya que antes existían sentencias a las que poder acogerse y deducirse un porcentaje mayor del que finalmente ha salido de la aplicación de la nueva Ley de autónomos. Se establece un criterio claro, pero a cambio salen perdiendo en sus gastos deducibles.
Se calcula en más de 200.000 los autónomos afectados por esta medida, que ha supuesto de facto un empeoramiento de sus condiciones de trabajo. Hoy en día sale más rentable trabajar desde un cooworking que hacerlo desde nuestro hogar, si lo que buscamos es poder deducirnos dicha cantidad como gasto profesional.
Lo malo es que aquí ya no parece que exista marcha atrás. Esperemos que las asociaciones que representan a este colectivo no se dejen convencer para establecer criterios similares para otras cuestiones pendientes, como los gastos de un vehículo privado que utilizamos también para la actividad profesional y similares.
En este punto en concreto la nueva ley deja mucho que desear. Se publicita mucho la ampliación de la tarifa plana, que solo afecta a los nuevos cotizantes que se incorporan al RETA y se deja en la estacada a aquellos que ya están dentro del sistema. Esto no es un buen punto de partida para cuestiones pendientes como el criterio de habitualidad o los autónomos a tiempo parcial. Veremos en que queda todo esto.
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Imagen | Senado