A nivel empresarial, normalmente utilizamos deudor y cliente, o acreedor y proveedor de manera indiferente, cuando son términos ligeramente diferentes. Es importante no confundirlos, especialmente a nivel contable, pues las cuentas son diferentes y los procesos donde se contabilizan también lo son.
Así, un cliente es una persona física o jurídica que compran bienes y servicios que son objeto de la actividad corriente de la empresa. Si por ejemplo somos una empresa dedicada a la venta de material de construcción, nuestros clientes serán quienes nos adquieran este producto.
Un deudor tiene unas características algo diferentes. Son aquellos que compran bienes y servicios que no son objeto de la actividad diaria de la empresa. Por ejemplo, un deudor es quien nos alquila un local comercial; nos paga por la prestación de un servicio, pero no es nuestra actividad principal, de modo que esta persona tiene la consideración de deudor.
Lo mismo ocurre para los proveedores y los acreedores. Los primeros se caracterizan por suministrar los bienes y servicios que nuestra empresa necesita para llevar a cabo su actividad principal. En la empresa de construcción del ejemplo anterior, sería quien suministra plástico, fibra o materiales aislantes.
Pero una empresa necesita otro tipo de suministros, como agua, luz, electricidad o Internet, y son otras empresas las que les proporcionan este importante servicio. Sin embargo, y dado que ninguna de ellas está relacionada directamente con la actividad principal, se puede decir que las compañías suministradoras son sus acreedoras.
Esta distinción también tiene su reflejo a nivel contable. Los clientes van a la cuenta 430 mientras que los deudores se contabilizan en la cuenta 440. Por su parte, para los proveedores se utiliza la cuenta 400 y para los acreedores por prestaciones de servicios, la 440.
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