Un informe que acaba de publicar el Eurostat indica que España es el país con más sobrecualificación de la UE. Un 31% de los trabajadores españoles tiene una formación superior a lo que exige su empleo, mientras que la media comunitaria se sitúa en el 19%.
Estos datos se pueden ver desde dos puntos de vista, la precariedad del sistema laboral español, cuya oferta requiere una cualificación menor de la que los trabajadores pueden ofrecer y, por otro, el escaso espíritu emprendedor de aquellos que prefieren trabajar para otros, desempeñando tareas que requieren menor preparación, antes que dedicarse a aquello para lo que se han formado haciendolo como empresarios o profesionales independientes.
La solución para ambos casos es la misma, cambiar el tejido productivo que prima sectores como la construcción, cada vez menos, o el turismo, que favorecen mayoritariamente puestos de trabajo de menor cualificación, y fomentar la aparición de nuevas empresas en sectores más especializados.
La cuestión principal para aquellos que se ven en la situación de no encontrar trabajo en aquello en lo que son especialistas y que ha requerido un proceso de formación cualificada es si seguir esperando a que otros favorezcan ese cambio de modelo o contribuir al mismo con iniciativas propias.
La decisión ha de ser personal y meditada pero desde mi punto de vista es más fácil que los cambios se produzcan cuando uno mismo interviene en ellos que esperar a que los demás provoquen ese cambio, esto último puede ser más cómodo, pero también más lento y, casi siempre, menos efectivo.
En Pymes y Autónomos | La importancia de la formación
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