Aunque la capacidad de generar caja de una empresa no esté relacionado de manera directa con su solvencia, sí puede considerarse como un buen indicador para medir cuán solvente es una compañía, puesto que a través del efectivo puede afrontar las deudas que tiene con terceros, en especial las deudas a corto plazo.
En este sentido, cobra especial importancia el conocido como ratio de cobertura del servicio de la deuda (RCSD), que compara cuál es el flujo de caja disponible para afrontar el servicio de la deuda, es decir, tanto la parte del principal como los intereses de un periodo.
Matemáticamente:
RCSD = Flujo de caja disponible para la deuda / Servicio de la deuda
Para obtener el nominador, se obtiene primero el EBITDA, que es un indicador del flujo de caja de explotación. Aunque no es exactamente lo mismo, nos sirve como una referencia aproximada al flujo de caja operativo generado por una empresa.
Cuanto mayor sea este ratio, mejor será la situación de la empresa para hacer frente a sus compromisos de pago frente a terceros o, lo que es lo mismo, mayor será la solvencia de la empresa. Además, valores elevados de la RCSD ayudan a atraer inversión, puesto que esto significa que será menor relativamente la cantidad dedicada al servicio de la deuda y mayor, por tanto, la cantidad distribuida entre los socios o accionistas.
Por contra, valores bajos de la RCSD (por debajo de cero, uno o muy poco por encima de uno) pueden acabar provocando una descapitalización de la sociedad y, a largo plazo, quiebra o suspensión de pagos. Es más, una empresa con altos ROE pero con bajos niveles del RCSD puede ser una inversión arriesgada y poco sostenible en el tiempo.
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