La semana pasada vivimos una de las semanas más complicadas en los mercados financieros a nivel mundial desde el Brexit. El IBEX, principal índice español, se dejó un 5,6% en su peor semana desde aquel 23 de junio de 2016 en** el que los ciudadanos de Reino Unido decidieron en referéndum abandonar la Unión Europea**. Ninguna bolsa se salvó, y algunas, como el Dow Jones americano, sufrió el martes la mayor caída en puntos de su historia.
Esta incertidumbre financiera también afecta a las empresas, y no solo a las más grandes. Las pymes españolas, especialmente las más endeudadas, son igual de vulnerables o más a estos movimientos del mercado y, más concretamente, a lo que ocurra con los tipos de interés. El reciente escenario de mayor crecimiento e inflación ha disparado la rentabilidad de los bonos soberanos en la mayoría de países aunque, por el momento, no ha llegado a los periféricos como España.
Pero, ¿en qué se traduce todo esto? Normalmente, la presión al alza de los tipos de interés en los bonos soberanos sirve como referencia para el resto de operaciones financieras, pues se asume que el riesgo país también aumenta. Por esta razón, cuando se relaja la prima de riesgo, las empresas se frontan las manos porque pueden obtener financiación más barata.
Sin embargo, Los mayores tipos de interés que demandan los inversores se trasladará a las entidades financieras y a la financiación obtenida en el mercado, dibujando un escenario que, en general, dificultará la obtención de financiación en el mercado en la medida en que las empresas tengan la necesidad de salir al mercado para obtener liquidez. Esta situación se podría agravar si los bancos centrales aceleran la relajación monetaria o si, en última instancia, suben los tipos de interés.
Los que más sufrirían un hipotético aumento de tipos de interés serían las empresas más endeudadas, especialmente si tienen que refinanciar sus deudas a los tipos vigentes en el mercado. Según un estudio de S&P, las empresas españolas afrontan vencimientos de deuda por valor de 65.000 millones de euros hasta el 2022, sin incluir a las entidades financieras.
Bien es cierto que esta situación perjudica mucho más a las grandes empresas, pero las pymes no deberían relajarse. En los próximos años, tendremos que asumir que los costes financieros van a aumentar (el euríbor se encuentra en mínimos históricos, y no se , y habrá que estar preparado para salvar esta difícil circunstancia.
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