Los propósitos de año nuevo se han convertido en un clásico de estas fechas. Todos queremos ser mejores en diferentes ámbitos, también en el laboral. Para los que trabajan por cuenta propia, muchas veces uno de los mayores impedimentos para pasar más tiempo en familia, hacer más deporte o disfrutar del ocio es no tener tiempo. Por eso vamos a ver 9 propósitos de año nuevo para que los autónomos tengan más tiempo libre.
Y no van a ser fáciles de aplicar. Muchas veces implican un cambio de mentalidad, un cambio de hábitos, por lo que hay que ser muy disciplinados para llevarlos a buen término. Pero muchos profesionales saben que tal y como van no pueden seguir así mucho tiempo. Esa tiene que ser la motivación para autoimponerse la disciplina necesaria para no dejarnos llevar por las malas rutinas.
1. Organizar la jornada del día siguiente
Es una cuestión muy sencilla pero que muy pocos llevan a cabo. No se trata solo de saber que vamos a hacer al día siguiente, sino de tener estructurada la agenda para poder llevarlo a cabo. Tener las citas con los clientes que vamos a visitar. Y luego cumplirla, no dejar que las tareas o llamadas en el último momento nos desvíen de nuestro camino.
Tampoco conviene subestimar las horas que vamos a dedicar a una tarea. Bastaría un pequeño inconveniente para que toda la planificación del día se haya ido al traste. Y esto ocurre con muchos profesionales que acaban siempre acumulando retrasos, perdiendo horas de comer o alargando la jornada de forma innecesaria.
2. Llevar la facturación al día
Para muchos autónomos es un trámite muy tedioso y por eso lo van dejando, lo van dejando y al final se ha acumulado tanto que supone un montón de trabajo. No se trata de tener un día a la semana para tener la facturación al día, sino unos pocos minutos cada día para pasar las nuevas facturas, presupuestos o gastos a nuestro sistema de facturación.
Tampoco tenemos que hacerlo todo solos. Si delegamos en un asesor un contable, lo ideal es acordar con él no dejarlo todo para última hora. Hacer nuestra parte y pasar los datos de trimestres, IVA, IRPF, etc. lo antes posible para que presente los modelos que nos correspondan.
3. No trabajar los fines de semana
Que es algo muy habitual. El sábado se convierte en una especie de cajón desastre que nos permite ajustar nuestra agenda, recuperar las citas que no hemos podido atender entre semana, la facturación que no hemos hecho, etc. No te das cuenta y has perdido un día de descanso muy necesario.
Porque ocuparse el fin de semana con cuestiones laborales supone una fuente de estrés por temas familiares, nuestra cabeza no descansa, no podemos ordenar nuestras ideas, etc. A corto y medio plazo esto implica una menor frescura mental, más dificultad para concentrase. Y esto se acaba por pagar prolongando más el tiempo que dedicamos a las tareas en la próxima semana.
4. Poner el móvil en modo avión o apagarlo
Dentro de esta política de desconexión, el móvil es un aspecto que nos esclaviza sin darnos cuenta. Nos levantamos y lo primero que hacemos es ver si tenemos algún mensaje en el móvil y antes de dormirnos también repetimos la rutina. Comemos con el móvil en la mesa y casi se convierte en una segunda piel.
Lo ideal es apagar el teléfono de trabajo al llegar a casa. Para muchos supone casi un anatema y también bastaría con alejarlo lo suficiente para solo tener en cuenta llamadas o cortar todas las notificaciones a partir de determinada hora.
5. No volver a reunirme con un cliente en sus instalaciones
Quedas con un cliente para una reunión en su empresa. Y cuando llegas está con otras cosas, atendiendo a otros temas de su empresa, algún incidente u otros clientes que a su vez tiene. Al final la media hora prevista se ha convertido en dos horas. Siempre que se pueda mejor jugar en campo neutral. La reunión tiene que tener un objetivo y un tiempo limitado, no se puede prolongar y se necesita que ambas partes presten atención. De otra manera solo perdemos el tiempo.
6. Invertir en servicios de secretaría virtual
Y nosotros también podemos sufrir estas interrupciones de forma constante. Los clientes no paran de llamarte al móvil. Y no siempre puedes atender o no puedes dejar a los clientes sin coger el teléfono o devolver una llamada. Los servicios de centralita virtual, alguien que nos recoge los mensajes y atiende cuando nosotros no podemos son una opción muy interesante.
No tienen un coste muy elevado y significan para muchos autónomos una liberación. Cuando hemos acabado lo que tenemos entre manos, recuperamos llamadas y mensajes. Quizás lo más complicado es hacer entender a los clientes que el no atenderles al momento no significa que no sean importantes para nosotros o que estos cambios les benefician ya que acabaremos antes con el trabajo que necesitan porque podemos organizarnos mejor aunque no respondamos personalmente al teléfono.
7. Aprender a delegar y colaborar
El autónomo tiene que conocer sus limitaciones. Hay trabajos que podemos ejecutar pero en los que no somos especialistas y muchas veces nos llevan un tiempo que no tenemos. Hay que saber encontrar los colaboradores necesarios, otros autónomos, otras empresas a los que pasarles el trabajo o al menos parte del mismo.
Pero esto tiene que ser recíproco, porque muchas veces serán otros los que nos deriven algunos trabajos que saben que nosotros ejecutamos mejor y más rápidos. Delegamos cada día, en nuestro asesor temas fiscales, en nuestro abogado temas legales, pero a veces cuesta hacerlo con cuestiones cercanas a nuestro ámbito profesional.
8. Saber y poder decir no
También hay que saber elegir los trabajos, cuando podemos hacerlo, ya que en muchas veces no queda más remedio que coger lo que surja para llegar a fin de mes. Pero a veces se llega a picos y nos plegamos a las exigencias del cliente con tal de no perderlo. A veces sin que suponga una gran ganancia económica.
9. Aprender a clasificar clientes por rentabilidad
Por eso es fundamental el último punto, saber clasificar a los clientes por rentabilidad. A veces aquel al que hemos facturado más no ha sido ni de lejos el más rentable, porque se ha llevado gran parte de nuestro tiempo, porque lo que nos compra no nos deja suficiente margen o porque el servicio postventa que tenemos que ofrecer nos impide coger nuevos trabajos.
Si tenemos claro qué clientes son más rentables para nosotros podemos darles prioridad y después si nos queda tiempo atendemos a aquellos que menos beneficio dejan en nuestra facturación. Hay clientes que sinceramente nos roban la vida y nos damos cuenta tarde que no merecen la pena.
No hay que hacer todos los cambios de golpe, sino poco a poco. Una vez que hemos cambiado una rutina y vemos que nos funciona podemos ponernos con otro. El objetivo es recuperar el control de nuestro tiempo y poder dedicarlo a lo que nosotros queramos.
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Imagen | Ryan MacGuire