Cuando el entorno económico se pone feo, las empresas deben realizar adaptaciones propias dentro de su negocio y su política comercial que favorezca mantener o incrementar los ingresos a la misma vez que sus clientes disminuyen su intervalo de gasto.
Esta frase es digna de encaje de bolillos y pasa por una disminución de costes en todo el proceso productivo, y que estas disminuciones se vean reflejadas en el precio final que se le presenta al cliente.
Estas políticas de reducción de costes en la cadena de producción las está llevando a cabo Mercadona y todos los que hayamos visitado algún establecimiento de la cadena lo habremos notado perfectamente con sólo mirar sus estanterías.
Las líneas de actuación que han llevado a cabo son las siguientes:
- Readaptación del catálogo de marcas para el mismo producto. No tiene sentido mantener 68 marcas distintas de leche cuando realmente sólo venden 10. Disminuyen costes de stock, almacenamiento, plazos de retorno, caducidades en compras…
- Abaratamiento de los costes de embalaje y empaquetado. Vuelven a la venta de la fruta a granel, eliminan el satinado en muchas cajas de cartón, disminuyen el grosor de los plásticos en botellas y otros recipientes.
- Adecuación de los volúmenes de los productos a los realmente demandados. En una serie de vinos, por ejemplo dejan de presentar envases de 3/8 de litro puesto que su precio unitario por litro es mucho más caro que si sólo presentan envases de 3/4.
En definitiva, se decantan por mantener una relación calidad/precio por los productos acorde con las políticas restrictivas de consumo que presentan las economías domésticas. Este cambio en su estrategia comercial lleva aparejada una revisión de acuerdos con sus proveedores y una puesta en común de objetivos. Sinergia empresarial en estado puro.
La pregunta es ¿como podemos llevar a cabo políticas similares en nuestros negocios? Para realizar un cambio correcto en la estrategia de ventas, el dimensionado correcto de nuestra empresa es el primer punto a tocar, y el segundo pensar friamente que partes de nuestros productos son prescindibles o se pueden abaratar.
Si conseguimos identificar toda la trama accesoria, que sólo origina gastos al producto final pero no le reporta valor añadido al cliente, podremos presentar unos precios mucho más competitivos que nuestra competencia directa. Competir en precio, cuando se cierra el grifo del gasto del consumidor, es un pilar básico que pasa a primera posición, en lugar de la especialización del servicio o los valores añadidos si no son lo suficientemente importantes.