Por regla general la manera más común de administrar un negocio es de una forma lineal, es decir, estableciendo metas operativas en base a los resultados de los años precedentes.
Actualmente, los ciclos se están acortando y los factores externos tienen tanta o más influencia que los factores internos. Este hecho hace más difícil poder gestionar en base a datos históricos.
La mayoría de los profesionales consumen su tiempo dentro de la organización en reuniones para discutir aspectos operativos, en lugar, de estratégicos. De este modo, se gestiona desde una perspectiva operativa que consiste en plantearse cómo hacer, en lugar de qué hacer.
De hecho, queda patente este planteamiento en las propias herramientas que se emplean. Para relizar un plan estratégico se suele emplear el análisis DAFO que muestra una imagen del estado actual en el que se encuentra la organización.
En base a ese listado se crean objetivos que se incluyen en el Plan Estratégico y se definen los objetivos que van ser logrados en 3 ó 5 años. El error básico es que comparan una fortaleza actual con una amenaza actual y con ellas crean el objetivo.
La forma adecuada es crear escenarios en función de los factores de cambio, principalmente tendencias, y su influencia en la evolución de nuestro negocio.
Sin una adecuada planificación estratégica, al final, la planificación operativa acabará por fallar afectando a la competitividad de nuestro negocio.
Imagen | Nick J Webb En Pymes y Autónomos | ¿Piensas a corto, medio y largo plazo?