La crisis selecciona a los mejores gestores y expulsa del mercado a los que no lo son

Desde la llegada de la crisis económica a nuestro país y a medida que han ido transcurriendo los meses, desgraciadamente cada vez nos hemos familiarizado más con las entradas en concurso de acreedores, con el cierre de empresas, e incluso con un enorme deterioro de negocios que años atrás obtuvieron ingentes beneficios. De tal modo que en la crisis económica los buenos gestores mantienen el tipo, al tiempo que el mercado expulsa a los que no lo son.

A pesar de las drásticas consecuencias que un ciclo recesivo tiene para un país en términos de crecimiento y empleo, estas épocas también aportan ciertos aspectos positivos para los distintos sectores de actividad. Recordemos por un momento en los años de la burbuja inmobiliaria, unos años en los que el pulso económico se desbordaba, los ciclos de producción de muchas empresas no eran capaces de contener la demanda, además de que había trabajo para todos sin discriminar entre empresas mejor y peor gestionadas, en definitiva, era un período en el que 'todo el mundo funcionaba'.

Con el acaecimiento de la recesión, la oferta se ha vuelto mucho más amplia que la demanda, la competencia ha aumentado, y la liquidez ha disminuido, curiosamente un escenario diametralmente distinto al que habíamos vivido hace tan solo unos años. Por tanto, las empresas que actualmente logran sobrevivir son aquéllas que se encuentran menos apalancadas, con mejores posiciones de tesorería, y con un modelo de gestión eficiente que les permita dar calidad a sus clientes y competir vía precios gracias a una buena contención de costes.

Pensemos en pequeño, pongámonos en la situación de que en una localidad existen únicamente dos profesionales que basan su lucro económico en el comercio al por menor del montaje de cocinas, uno de ellos es un profesional que se esmera en los acabados, que se esfuerza por alcanzar la plena satisfacción del cliente, que ha invertido en su negocio con una estructura de costes acorde a sus necesidades. Por otro lado, tenemos a un segundo profesional, que realiza sus trabajos con una tarifa de precios parecida al profesional del caso anterior, se interesa más por el volumen que por la calidad, y además su posición financiera se encuentra más apalancada, debido a las tensiones de la demanda desbordada que subyace a una economía boyante.

Tal vez les he presentado dos casos antagónicos, pero la única diferencia es el modelo de gestión, existiendo un primer profesional que gestiona su negocio con una proyección de largo plazo, y otro que en cambio, prima el corto plazo. Ni que decir tiene cuáles son las consecuencias de gestionar un negocio con una visión que termina en el presente, pero con la crisis económica se ha demostrado que los cortoplacistas (malos gestores) están siendo desplazados del mercado.

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