He comentado, en múltiples ocasiones, la necesidad de identificar cualquier negocio, por pequeño que sea y aunque esté compuesto por un único autónomo, como una empresa y una empresa como una organización. Porque, sea cual sea el tamaño del mismo, es esencial una gestión, aunque sea básica, de los recursos y eso sólo se consigue en base a un planteamiento ordenado.
Una organización es un entramado de relaciones entre elementos independientes. Estos elementos están ubicados en un entorno que los diferencia y en el que recibe una serie de entradas (materias primas, personas, dinero, etc) y las transforma en productos o servicios que envía a su mercado.
Para definir nuestra organización debemos de tener claro que se trata de coordinar una serie de actividades para lograr un objetivo común. Debemos de partir de una división del trabajo y una diferenciación de funciones, lo que nos llevará a trazar una jerarquía de autoridad, a diseñar una serie de normas y procedimientos y a instaurar un sistema de incentivos o sanciones que motive a los componentes de la organización a desempeñar sus tareas debidamente.
La definición de objetivos debe satisfacer las necesidades de los que forman la organización y del entorno. Esas necesidades pueden ser económicas (rentabilidad, financiación), relativas a los recursos humanos (desarrollo personal, seguridad en el empleo o satisfacción) y relativas al entorno físico (entorno límpio y saludable).
Para alcanzar esos objetivos se diseñarán unas normas, las pautas que todos deben cumplir. Se trata de que sean lo suficientemente efectivas para que realmente sirvan para lograr lo que se busca, pero también evitar una excesiva rigidez que reprima comportamientos positivos para el grupo.
Es consustancial a la naturaleza humana que la motivación, a través de incentivos y un sistema de sanciones, reafirme el cumplimiento de esas normas. El simple alcance de los objetivos de la organización puede no ser suficiente, por lo que se ha de diseñar este sistema que ponga de manifiesto la necesidad y obligación del seguimiento de las pautas establecidas.
Establecer una organización, ordenar esos objetivos, esas normas y pautas de comportamiento es básico para una buena gestión de toda empresa. Además minimizará el impacto del crecimiento de la misma, de los cambios que pueda sufrir o incluso de la pérdida o sustitución de alguno de sus miembros.
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