Consejos para el cierre fiscal y contable de 2012: la amortización y el deterioro contable

Siguiendo con la problemática que plantea el intentar suavizar un resultado negativo, otra cuestión a revisar en el momento de cerrar el ejercicio, son las amortizaciones. Aún cuando la empresa haya obtenido beneficio, éste puede mermar o incluso convertirse en pérdida una vez se lleve a gastos la reducción de valor del inmovilizado.

Todo inmovilizado (entendiendo como tal los bienes destinados a producir por un periodo superior a un año) debe amortizarse, bien sea material o intangible. Sin embargo, la amortización del inmovilizado intangible presenta ciertas peculiaridades que conviene conocer, puesto que puede ayudarnos a reducir las pérdidas.

Se definen como inmovilizado intangible aquellos bienes que la empresa utiliza para obtener beneficios en el futuro. Tienen carácter no monetario y carecen de apariencia física (aplicaciones informáticas, páginas web, concesiones administrativas, derechos de traspaso, propiedad industrial...). El inmovilizado material o tangible tiene una vida útil definida, transcurrida la cual pasa a ser inservible. Pero no ocurre así con el intangible, que puede ser utilizado por un tiempo indefinido, como sería el caso de una programa o una marca.

El Plan General Contable aprobado en 2007 establece que tan solo pueden amortizarse los activos intangibles que tengan una vida útil definida. Por tanto, los que no la tienen no son susceptibles de amortización, ni fiscal ni contable. Estos elementos generan una pérdida por deterioro, que se refleja como una deducción a efectos fiscales de la décima parte de su valor.

Esto supone una gran ventaja, ya que la deducibillidad no está condicionada a su imputación contable en la cuenta de pérdidas y ganancias. Podemos beneficiarnos doblemente, desgravando sin que esto suponga un incremento de las pérdidas del ejercicio o una reducción del beneficio.

A día de hoy, numerosas empresas cuentan con algún tipo de inmovilizado intangible que siguen utilizando, aún cuando ya está totalmente amortizado y se considera obsoleto. Sería razonable aplicar una pérdida por deterioro en lugar de amortizarlo, alargando su vida útil y mejorando los resultados del cierre fiscal y contable.

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