Benjamin Franklin dijo una vez: "nada pasará con absoluta certeza, excepto la muerte y los impuestos", pero incluso la muerte se puede demorar un poco más si llevamos una vida saludable y sin asumir demasiados riesgos. Con los impuestos sucede algo parecido, de manera que saludablemente una buena planificación fiscal puede minimizar lícitamente el costo impositivo y diferir el momento del pago de impuestos.
¿Que es la planificación fiscal?
La planificación tributaria o fiscal es un conjunto de medidas encaminadas a reducir la carga tributaria dentro de la legalidad vigente. Se trata pues de postergar, prevenir, evitar o minimizar determinadas cargas impositivas del contribuyente.
Hay muchas decisiones que se pueden tomar en este sentido, como cuando constituir una sociedad, que razón social elegir, cuando realizar contrataciones de personal o reestructuraciones de plantilla, donde ubicar el negocio, etc.
Otros aspectos a considerar son el momento de materialización de determinadas inversiones o la realización de gastos de cierta envergadura, o incluso la forma en la que estos se realicen, por ejemplo podemos comprar un vehículo, con fondos de la empresa, pedir un préstamo, formalizar un leasing o hacer un renting, siendo el tratamiento fiscal diferente en función del caso.
También es importante tener en cuenta los criterios de depreciación del inmovilizado de la compañía, ya que por ejemplo, en determinados casos, se pueden realizar amortizaciones aceleradas o incluso registrar como gasto inmovilizados de escaso valor.
Debemos también tener claras las repercusiones fiscales de los diferentes métodos de valoración de stocks, así como el impacto en el resultado de las dotaciones de provisiones, entre otras muchas cosas.
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