Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Eso dice el refrán y hoy podríamos aplicarlo tranquilamente al caso del teletrabajo. Llevamos años hablando de su implantación como fórmula para mejorar la conciliación, de la escasa incidencia en la empresa española, solo un 4,3%, y ahora todo el mundo se ve "obligado" a trabajar desde casa, pero en muchos casos como experiencia piloto, algo que no promete nada bueno. Por eso voy a intentar explicar 11 razones por las que el experimento masivo del teletrabajo será un fracaso en España.
Porque pocas cosas que se improvisan en un trabajo salen bien. Además nos encontramos en una situación excepcional, donde el número de gente que quiere dejar de acudir a su oficina para poder realizar sus tareas desde casa es muy elevado y esto también se va a notar.
1. No sabemos cómo conectarnos
Este es el primer punto, ¿cómo nos conectamos y manejamos la información que necesitamos para llevar a cabo nuestra tarea? La primera alternativa sería conectarse al servidor y abrir allí nuestra sesión de trabajo. Esto no se improvisa, porque es necesario habilitar el servicio de escritorio remoto, comprar las licencias de usuario, abrir puertos en el router, etc.
La segunda alternativa pasa por utilizar un programa de terceros que facilite la conexión al equipo de oficina. La desventaja es que tenemos que dejar el ordenador siempre encendido. La parte positiva es que es relativamente sencillo de poner en marcha y nuestro entorno de trabajo es el que estamos habituados. Trabajamos con nuestro escritorio, aplicaciones, etc.
2. Nuestras comunicaciones no están preparadas
Y aquí no me refiero a la línea de banda ancha que tenemos en la empresa o en casa, sino a correo electrónico o nuestra centralita. Algunas empresas utilizan centralitas 3G, que permiten que hasta el empleado se pueda llevar el teléfono a casa y recibir y pasar llamadas como si estuviera en la oficina, pero la mayoría no tienen una alternativa para pasarnos la llamada si un cliente se quiere comunicar con nosotros.
Lo mismo podríamos decir del correo electrónico, donde en muchos casos todavía se depende de clientes de correo como Outlook y se contratan cuentas con una escasa capacidad, lo que limita poder consultar los mensajes desde cualquier lugar.
3. No tenemos un equipo de casa preparado para conectarnos
No se trata de tener solo un ordenador en más o menos buenas condiciones. También es necesario habilitar un espacio de trabajo, que no esté en una sala común, tener la silla adecuada o una pantalla que sea mayor o igual a la que tenemos en el despacho.
No es lo mismo tener el ordenador para ver series de Netflix desde el sofá que tener que trabajar 8 horas del día en una silla en la mesa del salón. O trabajar 8 horas agachando la cabeza porque no tenemos la pantalla del portátil a la altura adecuada. Por supuesto cuestiones como iluminación, aislamiento de ruidos y distracciones son claves para no perder el día delante del ordenador sin poder hacer nada.
4. No todo el mundo tiene fibra en casa (ni en todas las empresas)
Para trabajar desde casa la calidad del acceso a Internet es básico. Y no todo el mundo tiene fibra en su casa, ni todas las empresas tienen una banda ancha contratada pensada para que todos sus empleados se conecten a la oficina desde el exterior de forma simultánea. Tan importante es la velocidad de descarga como la de subida.
A esto se suma la saturación en las redes que nos podemos encontrar en estos días. No solo se trata de la gente que está en su casa trabajando, también los que están confinados que pasan más tiempo viendo series, en lugar de hacer deporte o tratando de comunicarse con sus familias.
5. No estamos solos en casa para poder concentrarnos
Uno de los principales problemas de este confinamiento es que no estamos solos en casa. Teletrabajo y niños sin actividad programada es una mala combinación. Por lo tanto el primer esfuerzo será tratar de hacer entender al resto que estar en casa no significa que no tengamos que enfrentarnos a una serie de tareas y cumplir con unos horarios.
6. La seguridad y la protección de datos, factores a tener en cuenta
Para muchas empresas la seguridad no es más que un engorro. Pero lo cierto es que es imprescindible mantener unos protocolos para que trabajar desde casa no se convierta en un problema. Empezando porque no deben existir traspaso de datos entre el ordenador de casa y el de la oficina.
Pero también por que la conexión se efectúe de forma segura. Es aquí donde resulta imprescindible o casi, el uso de VPN para mantener la comunicación entre nuestra casa y el trabajo segura. Y esto es algo que tampoco se improvisa, es necesario contratar un servicio y en muchos casos afecta al rendimiento de la línea de comunicación.
7. Muchas pymes han dado la espalda a la nube y lo siguen haciendo
Algunas empresas no tienen que hacer prácticamente nada para teletrabajar. Ya están en la nube con sus aplicaciones fundamentales. Otras por el contrario siguen apegadas al modelo de servidor instalado y mantenido en sus propias instalaciones y si se quiere trabajar hay que buscar un modo de conectarse. Es el precio de darle la espalda a la nube.
8. Empresas sin digitalizar que dependen de los documentos que tienen en la oficina
No es raro que en estas mismas organizaciones veamos que aunque tenemos acceso a la información de nuestro ordenador, nos falta documentación que muchas veces tenemos guardadas en carpetas. Ahora muchas empresas empiezan a entender la importancia de digitalizar sus procedimientos y su documentación. Desde casa no podemos ir a esa estantería llena de carpetas A-Z para contrastar un dato.
9. Falla la comunicación interna y la organización (incluso sin teletrabajo)
Otro de los grandes problemas que puede destapar el teletrabajo es la organización, la planificación de la empresa y la comunicación interna. Las empresas que en muchos casos ya sufren dificultades de comunicación cuando están trabajando codo con codo, será mucho más complicado que puedan permanecer activas trabajando de forma remota.
Si la herramienta de comunicación preferida por la compañía va a ser el correo electrónico, lo más probable es que esto sea un desastre. De ahí la importancia de tener un protocolo de teletrabajo, una forma de actuación que hayamos probado y pulido con el paso del tiempo, donde estos pequeños detalles se han corregido.
10. Las mil distracciones que podamos tener
Si en la oficina muchos se quejan de las distracciones que sufren por estar en una sala común, trabajar en casa puede convertirse en un foco de problemas. Levantarse de forma habitual para ir a la nevera, hacerse un café o al baño, pararse un minuto a ver las noticias, redes sociales, etc. y darte cuenta de que ha pasado casi una hora o lidiar con ruidos de vecinos y otros miembros de la familia.
Mantenerse concentrado para poder realizar las tareas que tenemos asignadas exige un esfuerzo de concentración que muchos no están acostumbrados a realizar. La técnica Pomodoro nos puede ayudar con ello. En el peor de los casos vamos a dilatar las tareas y acabaremos por resolver muchas menos de las que podríamos hacer en la oficina. La parte positiva de esta situación es que en la mayoría de las empresas el trabajo no se acumulará en estos días precisamente.
11. El teletrabajo no es para todos
Por último hay que tener en cuenta que el teletrabajo no es para todos. No todo el mundo lo afronta igual. No se trata ya de que muchos sectores donde prima la atención presencial no lo puedan realizar, sino más bien de aquellos que si pueden pero no se sienten cómodos trabajando en casa.
En estos últimos casos, lo importante es ser lo más estricto posible. Tener una rutina pautada, para levantarse siempre a la hora de ir a trabajar, ducharse, desayunar, vestirse y ponerse delante del ordenador para realizar nuestras tareas. Es una forma de intentar poner un poco de orden para que sea más sencillo concienciarse de que trabajar desde casa no tiene que ser diferente a hacerlo desde la oficina.
Esperemos que al menos de esta experiencia aprendan tanto empresas como trabajadores que no acudir a la oficina y trabajar desde casa no son precisamente unas vacaciones. Son necesarios unos protocolos claros, una forma de comunicación con el resto del equipo efectiva y sobre todo medir la productividad de forma adecuada, no solo por el tiempo que pasamos en la oficina.
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