Sus herramientas de trabajo básicas son la contabilidad y la informática y tienen gran capacidad analítica para interpretar los datos, anticipar situaciones y sacar conclusiones todo ello acompañado de un profundo conocimiento de la empresa y su sector. Pero para llegar hasta el núcleo de los problemas no bastan los conocimientos técnicos sino que también son necesarias las habilidades sociales. En este sentido y como se trata de un puesto asesor, dos cualidades se revelan como fundamentales: por un lado, el trabajo en equipo y por otro, la capacidad de comunicación. La primera es necesaria para llegar hasta el fondo de las cuestiones en interacción con otros miembros de la empresa y la segunda resulta imprescindible para convencer sobre la fiabilidad de sus argumentos.
Por último, es importantísimo que se trate de una persona de confianza, leal a carta cabal e identificada con la empresa. Otras cualidad son más evidentes: ordenado, metódico, capacidad de integración, sintético, etc. Pero esta figura que nació como un asesor experto en gestión empresarial crece día a día y cada vez más se le exige posicionarse en aspectos claves hasta el punto de que, en muchos casos, es quien manda en la empresa. Mientras se lo permita Don Vito...
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