La realidad se impone. Y para las empresas el bajón de actividad se traduce en menos ingresos. Muchos de sus empleados han entrado en un ERTE para salvar la situación y las plantillas se han reducido a mínimos. En estos casos podríamos pensar que la productividad ha pasado a un segundo plano. Al fin y al cabo no tenemos tanto trabajo. Pero lo cierto es que la productividad también importan en épocas de pandemia, quizás más que nunca.
Porque tenemos menos ingresos y por lo tanto hay que optimizar la ratio de trabajo que puede sacar adelante cada empleado. Aquí muchas veces nos ayudamos de la tecnología o de determinadas herramientas para ser más efectivos. Y lo cierto es que no es el momento de pensar que vamos más rápidos nosotros que la herramienta, programa o solución que utilizamos.
No importa el sector, da igual si es un instalador que tiene que utilizar una máquina de taladrar, un oficinista con un ordenador o un camarero que toma las comandas de cabeza. Si disponen de una buena herramienta podrán hacer el mismo trabajo de forma más precisa, con menos errores y mucho más rápido. Y esto mejora la productividad y competitividad de la empresa.
Pongamos en el caso del camarero que un comandero digital le ayuda a servir más mesas en menos tiempo, poder gestionar sin errores y más rápido los pedidos. Con ello se consigue un remonte de la mesa más eficiente, de manera que en cada mesa al final del día se ha facturado mucho más que si no se dispone de esta herramienta.
Puede que muchas empresas piensen que no es el momento de invertir. Otra no tengan capacidad para hacerlo, pero cuando todo esto pase se tendrán que plantear si se pueden permitir o no seguir siendo ineficientes en su día a día. O tal vez muchas de ellas no hayan sobrevivido a esta crisis.