Todos nosotros tenemos que luchar contra innumerables reuniones que consumen una gran cantidad de horas al cabo del año, de manera que muchas de ellas hacen que nuestra productividad caiga, sin saber qué podemos hacer para evitarlo.
Muchas de estas reuniones tienen un fuerte componente rutinario, de seguimiento, y sin mucho material que compartir, lo que supone desprendernos diaria o semanalmente de un tiempo precioso para nosotros y para los colaboradores que nos acompañan.
En realidad no hay 'prácticas maestras' para optimizar nuestro tiempo, pero sí mucho sentido común, debiendo buscar la materialidad de los hechos y de las circunstancias antes de programar una conversación, una reunión o incluso, una exposición.
Si no somos oportunos en este sentido, promoveremos en nuestro ambiente laboral una actividad de relajación y de pasotismo a la hora de actuar en las reuniones, ya que al carecer de la justa materialidad, todos tenderán a pensar que lo que se trata no es importante.
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