La productividad depende en gran medida de nuestra capacidad de concentración. Y para ello es fundamental crear una serie de hábitos, de rutinas que nos ayuden a tener un equilibrio, un automatismo en nuestras tareas que nos ayuden a focalizar nuestra capacidad en finalizar cuanto antes una tarea. Y este es uno de los motivos por los que rendimos menos si teletrabajamos desde casa por primera vez.
Hemos cambiado de entorno de trabajo. Por mucho que el acceso a las aplicaciones, a nuestras herramientas sean las mismas, todo el resto es diferente. La mesa de trabajo, cómo estamos aislados del resto de lo que nos rodea, la silla en la que nos sentamos, etc. Y no es lo mismo estar ocho horas en nuestra oficina haciendo el trabajo que tenemos en muchos casos asimilado desde hace años, que hacerlo desde un portátil en la mesa del salón de casa. No todo el mundo tiene un despacho para poder trabajar en casa.
Concentrarse en casa no siempre es fácil
Y también existe un problema de concentración. Sin nadie pendiente de nosotros a muchos les cuesta concentrarse en una sola tarea. Y esa pausa para mirar el periódico o descansar mentalmente mirando el teléfono o ver las novedades de una red social de puede convertir en mucho más tiempo del que teníamos previsto.
Lo malo no es que hayamos dedicado media hora de pausa cuando pensábamos en estar cinco, sino que muchas veces volver al nivel de concentración previo nos lleva otro tanto. Nuestra capacidad de concentración no es un botón de encendido y apagado, sino que lleva un proceso, que implica ciertos pasos hasta alcanzar el nivel óptimo de productividad.
Esto implica por un lado que invertimos más horas para hacer el mismo trabajo. Por otro esto acaba por generar más nivel de estrés que para muchos hace que sea más fácil volver a la oficina. En este caso no valoran las ventajas, que también las tiene, de trabajar desde casa, empezando por el tiempo que invertimos en el traslado cada día al centro de trabajo.
Teletrabajo y flexibilidad tienen que ir de la mano
En algunos casos el teletrabajo no va acompañado de una flexibilidad horaria que hace que, por un lado, la conciliación sea más complicada y por otro no se aproveche tanto las posibilidades que nos ofrece trabajar cuando sea más fácil concentrarse. No es lo mismo trabajar con todos los niños corriendo por casa después de comer cuando acaban el colegio que a primera hora de la mañana cuando todavía no se han levantado.
A esto se une que en muchos casos hay llamadas fuera de horas o que el teletrabajo se convierte en una fórmula para prolongar las jornadas laborales fuera de la oficina. Todo esto hace que para muchos se convierta en un enemigo más que un aliado.
Lo cierto es que podemos sacarle mucho partido a esta fórmula de trabajo a distancia, pero es necesario pasar por un proceso de aprendizaje previo. Y esto no afecta solo al empleado, también a la empresa. Lo ideal es saber con qué tareas podemos ser más productivos en casa y con cuales es más fácil concentrase en la oficina. Porque la flexibilidad bien aplicada si nos puede ayudar a trabajar mejor.