Vender es un arte, ya lo vimos en cuanto a la actitud de un dependiente, y respecto a la preparación que conlleva el trabajo de comercial.
El marketing, la tecnología, los nuevos espacios para dialogar con el cliente han cambiado, pero la esencia: el saber cómo comunicar y ofrecer un producto de manera eficaz sigue siendo la misma. Si ésta falla y nuestra venta brilla por la agresividad durante el proceso, el resultado puede ser nefasto para la imagen de la empresa.
Hablar mucho, error de principiante
Un profesional de la venta, debe dominar la escucha activa. Si bien no parar de hablar y elevar a los altares los beneficios de su producto puede parecerle una buena estrategia, al cliente sólo conseguirá aturdirlo con tanta información.
Faltar a la verdad
Aquí comienzan los problemas. Un vendedor honesto y profesional apostará por la verdad. Siendo consciente de que su discurso será comprobado en cuanto el cliente estampe su firma.
Prometer y no cumplir
Cuando un cliente asiste atónito a que nada de lo que ese trabajador dijo se ha cumplido: puntualidad, profesionalidad por parte de otros compañeros, etcétera, de nada sirven sus palabras, ni una imagen en la red de organización idílica.
Si falla la imagen en Internet porque no está en consonancia con la realidad, el encantador de serpientes optará por lo fácil y negativo: desaparecer,
El teléfono comunica
Al ser consciente de que el servicio ha sido pésimo y todo lo que parecía un regalo o un extra de máxima calidad, falso lo último que se debe hacer es no responder a las llamadas. Resolver dudas o sencillamente escuchar es más sensato que esconderse del cliente.
La empresa paga las malas artes del vendedor
La ansiedad por vender o la presión o la pura ambición, si no va la de la mano de un protocolo que incluya la satisfacción final del cliente, es mejor dedicarse a otra profesión.
Porque entonces la empresa será también la perjudicada. Ella tendrá que responder por cada uno de los errores cometidos por quien debe ser su portavoz, su representante y su embajador. El comercial no nace, se hace. Y un buen vendedor sabe que una mala venta es sinónimo de desprestigio no sólo para él sino para la organización que representa.
En Pymes y Autónomos|Vender requiere de tiempo y paciencia
Imagen|Gellinger