Con la afirmación que realizo en el título de este artículo pudiera parecer que estoy haciendo apología de los fenómenos de masas, de seguir de forma obsesiva y compulsiva al actor, actriz, cantante o deportista de turno, y si bien estos hoy en la actualidad son grandes marcas e iconos modernos, yo nunca he sido un fanático de ninguno en concreto, pero si que soy un fan de algunas marcas y precisamente de esta percepción de las marcas en la actualidad es de lo que quiero hablar.
No entraré por supuesto a hablar de marcas en concreto, y tampoco entraré entonces a hablar de lo que significa o me aporta cada marca a mi persona en particular, pero si que quiero dar luz a la realidad de la importancia (hasta convertirse en auténticos fenómenos de masas) que han cobrado las marcas (algunas con legiones más que de clientes, de fans) de las empresas en la actualidad, tal importancia que para algunos las marcas son las religiones del siglo XXI, y para muchos y sin duda las marcas cobran hoy una importancia capital, tan capital que en muchos casos hay marcas (por supuesto refiriéndome a las empresas que tienen detrás) más potentes que los estados.
Hoy en día los productos o los servicios ya no tan solo se consumen, degustan o disfrutan, sino que se siguen, se aplauden y nos realizan. Los productos y los servicios nos siguen aportando una utilidad determinada, sí, pero hoy nos aportan mucho más que eso.
En la actualidad las marcas nos representan, nos identifican con determinados grupos sociales, formas de entender la vida y nos sitúan en el mundo, nos transmiten unos valores, nos distinguen y nos hacen sentir emociones en nuestro interior. En definitiva, en la actualidad las marcas forman y configuran parte de nuestra vida y nos identificamos con las que nos identifican a nosotros, y rechazamos las que son la antítesis de nosotros. Algunos a todo esto le llamarán banalidad, yo le llamo singularidad, gustos y sentimiento de pertenencia.
En Pymes y autónomos | La influencia de la marca Imagen | Steve Evans