A diario nos enfrentamos a diversos desafíos, algunos más apetitosos y otros no tanto, que en algunas ocasiones optamos por dejarlas en el cajón, cayendo en la trampa de tener que afrontarlas en un futuro, de manera mucho menos oportuna, y con un entrenamiento disminuido.
Este tipo de problemas crecen como una bola de nieve de manera proporcional al tiempo que evitamos encararlos, hasta el punto de que pueden llegar a parar otros proyectos, e incluso, llegar a una situación de 'colapso' en el caso de que no sean abordados antes de su fecha de compromiso.
Para evitar esta incómoda situación, lo más recomendable sería planificar la resolución del problema en cuanto dispongamos de un momento, desplegando la estrategia más adecuada, midiendo los tiempos y las distintas dependencias, para que podamos avanzar sin necesidad de agotar los plazos.
De manera que el asunto de la gestión de los tiempos en cualquier equipo de trabajo se convierte en una cuestión fundamental, y al igual que nos sucedía en nuestra etapa estudiantil, debemos reforzar nuestra atención en aquéllas cuestiones que nos demandan un mayor esfuerzo, evitando incumplir con nuestros compromisos.
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