Son muchas las personas que a causa de su actividad profesional no pueden comer en su domicilio, y entonces son muchas las personas que día a día escogen una de las alternativas existentes, ¿cuál es la mejor? Yo sin duda me quedo con la de comer en el restaurante. Sí bien (como mi propia imagen personal se encarga fidedignamente) de demostrar no soy ni mucho menos ni dietista, ni un especialista nutricionista, pero es que yo no me lo miro solo bajo ese prisma.
Una de las opciones que escogen muchas personas es la de llevarse la comida de su casa. Yo siempre he tenido una especial animadversión por el concepto de fiambreras con comida, bocadillos y demás cosas para ir a trabajar, la verdad es que nunca he comido de esa forma y siempre me ha parecido un concepto que da muy poca imagen. Pero en fin, es una realidad que afecta a muchos trabajadores y que por ende es digna de mencionar, pero no es el tema que me quiero centrar.
Yo personalmente me quiero centrar en el restaurante como territorio natural y diario para ir a comer para aquellos que no pueden o no quieren hacerlo en casa, yo la verdad es que en los restaurantes he pasado gran parte de mi vida, he incluso en muchas ocasiones trascendiendo a lo gastronómico, entrando en el desarrollo de los negocios en sí mismo, y es en ese punto donde quiero entrar.
Me he pasado gran parte de mi vida comiendo en restaurantes e incluso siempre me ha gustado más que regresar a casa a comer pues me permite no desconectar de la jornada profesional, además en muchas ocasiones se come solo como acto natural de avituallamiento, pero en muchas otras ocasiones no es así.
En muchas ocasiones precisamente escogemos la hora de comer, la comida y nuestro restaurante favorito para quedar con aquel cliente, proveedor o colaborador para hablar de negocios, para cerrar acuerdos, para iniciar conversaciones. En esos momentos, lo profesional trasciende a lo culinario, y en esos momentos la comida de negocios es nuestro mejor aliado. No entro en “tuppers”, ni en tablas calóricas, pero sin duda con un Tupper o una tabla calórica no es habitual cerrar o hacer negocios.
En Pymes y autónomos | Los negocios no se hacen en la oficina
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