El vendedor de humo está nominado como mejor corto de animación en los premios Goya 2013. Y al verlo no he podido evitar preguntarme cuántos vendedores de humo nos rodean en el día de nuestras empresas. ¿Mi opinión? Demasiados.
Tenemos vendedores de humo dentro de nuestras empresas. Jefes, compañeros, o profesionales a nuestro cargo expertos en crear mundos imaginarios, en proyectar una suerte de hologramas empresariales, en hacer magia con la contabilidad y arte con los cuadros de mandos. Y lo peor es que el que denuncia dichas prácticas suele ser marginado o expulsado del teatro corporativo. A la gente no le gustan los aguafiestas, y el papel, la hoja de cálculo o el programa de presentaciones lo aguantan todo.
También podemos encontrar los vendedores de humo entre nuestros proveedores, en aquellos que venden un mezcla de bálsamo de Fierabrás y compromiso eterno, o entre nuestros clientes, esos que prometen hacer el pedido del siglo a cambio de una prueba regada o que aparentan tener más solvencia que el Aga Khan. Humo, humo a nuestro alrededor.
Mientras todo va bien, mientras hace buen tiempo, al vendedor de humo le va bien. Pero cuando las cosas se ponen feas, cuando estalla la tormenta, el agua disipa su engaño, y nosotros descubrimos la miseria en la que vivimos, y lo que es peor, que el vendedor de humo se ha llevado lo poco de valor que conservábamos. Y no me refiero al dinero, que también. Estoy hablando de la fe en las personas. ¿Se puede vivir sin fe?
PD: Menos poética y en la mejor tradición estadounidense, cuando baja la marea se ve quien está en pelotas, que diría Buffett.
Vía | Diario de Nunca Jamás Más información | PrimerFrame En Pymes y Autónomos | ¿Son un obstáculo los incentivos económicos para tareas creativas?