Desde pequeño nos han enseñado a no hablar con desconocidos, a tener miedo de este hombre de los caramelos que nos prometía dulces como una forma de ganarse nuestra confianza. Hoy este hombre de los caramelos está en nuestro correo electrónico, en nuestras redes sociales, pero a pesar de todo cogemos estos caramelos que nos ofrecen con sus asuntos sugestivos.
Y sin embargo abrimos los enlaces que nos manda, esos caramelos, los abrimos sin preguntarnos nada, sin dudar o cuestionarnos nada, pensando que es un remitente conocido, que "correos" te ha enviado un paquete que tu no has pedido y tienes que abrir ese PDF, que te pide ejecutar un programa... Y sin embargo lo haces.
Podemos poner muchos ejemplos similares, ese correo del banco, ese enlace que nos llega por las redes sociales que parece sospechoso y a pesar de eso decides abrirlo... Y lo peor de todo es que luego te quejas de que el antivirus no ha funcionado, cuando has sido tu el que ha decidido ejecutar ese programa.
Si lo que exponemos de esta manera son nuestros datos puede ser un problema, pero si lo hacemos con los de nuestros clientes, es algo más peliagudo. No se trata ya sólo de las horas de trabajo que perdemos, sino lo que perjudicamos a terceros o la mala imagen que da nuestra empresa.
Claro que a veces es el propio cliente el que nos traiga este virus, en muchos casos por desconocimiento o porque el señuelo es la Agencia Tributaria o el Banco del que son clientes. En todo caso lo que no debemos hacer es descargar el archivo que nos muestra y abrirlo en nuestros ordenadores.
Cada vez son más los problemas de este tipo, que utilizan la confianza del usuario en algo que no conocen. Lo mismo puede ser un programa de origen desconocido, pero que a pesar de ello decides instalar en tu equipo sin saber exactamente que hace este tipo de programa, que muchas veces no son más que un caramelo tentador.
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