Por todos es conocido que los empresarios chinos tiene un don especial para los negocios, que sumado a la elevada visión emprendedora con la que cuentan, les llevan a negociar con gran facilidad acuerdos empresariales para el desarrollo de sus actividades.
Estos empresarios, por cierto de una cultura muy diferente, el desembarcar en España ha supuesto muchos cambios en sus 'dogmas originales', fruto de las prácticas establecidas en la cultura empresarial mediterránea, como por ejemplo el regateo.
Un ejemplo de esta práctica es el aprendizaje de estos empresarios de que no es una buena estrategia aceptar el precio que nos reclama el propietario de un local por su arrendamiento, ya que con la práctica del regateo, pueden conseguir un ahorro de costes muy importantes, especialmente en una época como la actual en la que tanta carencia de arrendatarios de locales y emplazamientos comerciales hay.
Por tanto, la creencia de que un empresario extranjero va a sucumbir ante nuestras pretensiones no es para nada cierta, y por suerte o por desgracia ha redundado en la igualdad de oportunidades, en el que los distintos empresarios, con independencia de su procedencia, competirán en un mercado profesional cada vez más abierto, y en el que las distinciones pueden restarnos mucho más de lo que nos aportan.
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