Una de las ventajas de ser autónomo es que eres tu propio jefe. Y esto implica tomar decisiones, algo a lo que no todo el mundo está acostumbrado. Pero también equivocarse y asumir la responsabilidad. Ya no hay escudos, ni otras personas con las que contrastar nuestra opinión. Por eso no todo el mundo está preparado para ser su propio jefe.
En muchos casos, sobre todo cuando los beneficios que tenemos no son los deseados, en lugar de tener un jefe, tenemos muchos, que son los clientes. Si no puedes decirle a un cliente que no aceptas un trabajo no eres el jefe, sino que manda el que paga. Y te apretará tanto como para hacer cosas que ni siquiera te convencerán.
Pero también implica planificar, ser capaz de organizarnos la jornada en función del mejor rendimiento para nuestro trabajo, y saber que podemos hacer este esfuerzo, pero a las dos horas recibir una llamada y que todo lo que teníamos pensado se venga abajo porque ha surgido algo urgente que no puede esperar.
Y cargarnos con muchos temas administrativos y fiscales, que cuando eramos trabajadores por cuenta propia no caían sobre nuestro ámbito de responsabilidad. Se puede delegar en terceros, pero por un lado tiene un coste económico y por otro no implica no tomar decisiones, sino que tenemos que saber que estamos haciendo y qué consecuencias tiene.
Muchos nuevos autónomos saben que son buenos en su faceta profesional. Pero ahora llega el momento de demostrar que también lo son en la empresarial. Y esto es algo que no todo el mundo se ha planteado. Es el momento de asumir el lado oscuro de ser jefe, que no es tan fácil como puede parecer.
Imagen | Ryan McGuire