Uno de los problemas de los autónomos es que en muchos casos no tienen mucho margen de beneficio. Esto implica que si sus costes fijos aumentan o repercuten dicha subida a sus clientes o asumen que ganarán menos por hacer el mismo trabajo. Y esta es la gran cuestión que muchos tienen entre manos con las subidas del diesel y la electricidad, o repercutir el aumento a los precios para clientes o asumirlo nosotros.
En todo caso es un problema que no es fácil de resolver. En muchos casos el autónomo se resiste a subir precios porque cree perder con ello volumen de negocio. Si se encarece el coste somos menos competitivos y esto supone que a la larga vamos a tener menos clientes. Por eso muchos de inicio son reacios a subir costes.
Se intenta optimizar el gasto, buscar gasolineras donde llenar el depósito sea más económico, intentar conducir de modo más eficiente o encender un poco menos el aire acondicionado en la oficina o hacerlo con unos grados más. Pero esto al final no siempre funciona, o no a largo plazo.
La competencia en este caso se puede ver favorecida si están encuadrados como conductores profesionales por lo que si la situación se prolonga en el tiempo es imprescindible subir el precio al cliente, que será en última instancia el perjudicado. Y aquí a corto plazo supone que tal vez tarda más en decidir aceptar un presupuesto, pero a la larga puede suponer posponerlo.
Es algo cíclico, la subida del IPC es un castigo para las empresas en muchos sectores, pero especialmente cuando suben los costes de energía y electricidad. Al final para poder realizar nuestro trabajo necesitamos movernos, tener máquinas conectadas y todo esto supone que nuestros costes variables suben .
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